Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel Febrero / 2009 Año con año el 20 de noviembre es un día donde correrá muchísima tinta para festejar otro aniversario de Para Anacleto González Flores sus dos grandes amores fueron Dios, sus semejantes y Líder cristero, exhortó a sus amigos así: "Si los convido en este momento a continuar la tarea, no quisiera que alguno estuviera engañado acerca del alcance que tiene tal invitación: los convido a sacrificar su vida para salvar a México. Siento la sagrada obligación de no engañar a ninguno, yo, que soy aquí el responsable de la decisión de todos. "Si me preguntara alguno de ustedes qué sacrificio le pido para sellar el pacto que vamos a celebrar, le diría dos palabras: tu sangre. El que quiera seguir adelante, deje de soñar con curules, triunfos militares, galones, brillo y victoria, y dominio sobre los demás. México necesita de una tradición de sangre para cimentar su vida libre de mañana. Para esta obra está puesta mi vida, y para esta tradición os pido la vuestra". Líder cristero que supo morir así: "General, perdono a usted de corazón. Muy pronto nos veremos ante el tribunal divino; el mismo Juez que me va a juzgar será su juez, y entonces tendrá usted en mí, un intercesor con Dios (...). Por segunda vez oigan las Américas este santo grito: Yo muero, pero Dios no muere. ¡Viva Cristo Rey!". Así murió un hombre a carta cabal. El hombre que llevó siempre por delante la imagen de dios, de sus semejantes y de su Patria. De estos hechos y ejemplos, siempre brota la gran incógnita: ¿por qué los gobiernos mexicanos contemporáneos se niegan caprichosamente a dar su lugar y reconocimiento a los actores de ellos, a conmemóralos en su debida dimensión? No se puede –por que sería como pretender tapar el sol con un dedo-- borrarlos de la historia y olvidarlos, pero el obtusismo absurdo del oficialismo persiste en ello. Aunque cabe decir y reconocer que a partir del año 2000 ha ido cambiando, poco a poco, esa absurda posición, ojalá que para bien de México y de los mexicanos, sea efectivamente un cambio de criterio oficialista. ¿Será que el año 2000 efectivamente sea un parteaguas en el criterio que caprichosamente y por muchos años prevaleció? ¡No se puede negar honor a quien honor merece!
«EL RESPETO A LA LEY ENALTECE NUESTRO ESPÍRITU» . |
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