jueves, 24 de diciembre de 2009

Robert Müller: el temible secreto

Por: Antero Duks

Mayo / 2009

 

 

Apenas tiene 28 años. Casado y padre de dos hijos. Es una gota en la existencia de la vida. Ahora el drama: condenado a muerte por un tumor.

"Le quedan siete semanas de vida", sentenciaban los doctores a finales de noviembre de 2008. Después, la vida de Robert Müller se extinguirá, como un fuego que se apaga. El tumor en el cerebro ha ganado el partido…

¿Un límite de tiempo de vida variable? Tal vez. Por lo pronto han pasado 10 semanas. No sabemos cuánto más, pero Robert sigue en pie. Y no solamente en pie, sino sobre patines…

"No lloréis por mí, metedme un gol", exclama hoy.

En noviembre de 2006 unos mareos obligaron a Müller, jugador y portero profesional de hockey sobre hielo, a abandonar el torneo de la copa alemana. Los informes arrojaron un resultado aterrador: un tumor maligno en el cerebro.

La primera operación ayudó. Le extirparon parcialmente el tumor. Volvió a jugar mejor que antes. Llegó a participar con la selección nacional alemana en el Mundial de Canadá.

En agosto de 2008, tras un chequeo de rutina, saltó nuevamente la alarma: el tumor había vuelto a crecer. Tras la segunda operación, Müller lo tenía claro: no había cura. Tiene un glioblastoma  en el cerebro, un tumor de cuarto grado, especialmente agresivo y de crecimiento muy rápido.

El mundo se te viene encima. ¿Qué hacer? ¡Voluntad! ¡Quiero!

Sólo 44 días después de su segunda operación Müller volvía a enfundarse sus patines. Estaba listo… los guantes de portero en sus manos, las protecciones, la máscara con el escudo de su equipo Kölner Haie (los Tiburones de Colonia) en la cabeza. Jugó el partido y 13 mil espectadores le dedicaron una tremenda ovación.

"El Hockey me da todo en esta situación. Yo no haría todo esto si no fuera por el deporte. Después de mi familia, el hockey es la cosa más importante en mi vida".

Su doctor Wolfgang Wick anota: "Afortunadamente no trato con muchos atletas de nivel competitivo que tengan un tumor en el cerebro. Pero es increíble ver cómo estos deportes exigentes ayudan a sobreponerse a muchos impactos de sufrimientos que conllevan estas enfermedades".

Continua diciendo: "Robert ha superado la media de supervivencia de este tipo de tumor. La mayoría de los pacientes no llegan a vivir un año, y sólo el tres por ciento resisten cinco años".

"Entrena con un empeño increíble. Lo veo todos los días y ha avanzado mucho", comenta Rodion Pauels, director deportivo del club.

Robert sabe que los segundos pasan. Su reloj de arena va agotando los granos que hay en la parte superior. No hay vuelta del reloj. No obstante, él sigue patinando sobre las pistas de hielo. Quiere darle un sentido a su enfermedad. Quiere luchar contra el cáncer aunque ya sabe el resultado del partido…

Lucha porque sabe que más allá del encuentro de su vida hay otra esperanza. El sufrimiento por el sufrimiento, el querer por el querer, no tienen sentido. Cuando hay una esperanza, se abre una nueva dimensión.

¡Voluntad! ¡Quiero!

"Cuando un hombre posee este temible secreto, aunque sea pobre, último entre todos o al límite de su existencia, estad seguros de que un día lo veréis más alto que vosotros", escribió Lacordaire.


«EL RESPETO A LA LEY ENALTECE NUESTRO ESPÍRITU»
 
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