domingo, 11 de noviembre de 2012

Alguien a quien amar

La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar"

Léelo en silencio

El siguiente es el relato verídico de un hombre llamado Víctor. Al cabo
de meses de encontrarse sin trabajo, se vio obligado a recurrir a la
mendicidad para sobrevivir, cosa que detestaba profundamente.

Una fría tarde de invierno se encontraba en las inmediaciones de un
club privado cuando observó a un hombre y su esposa que entraban al mismo.

Víctor le pidió al hombre unas monedas para poder comprarse algo de comer.

- Lo siento, amigo, pero no tengo nada de cambio -replicó éste. La
mujer, que oyó la conversación, preguntó:
- ¿Qué quería ese pobre hombre?
- Dinero para una comida. Dijo que tenía hambre -respondió su marido.
- Lorenzo, no podemos entrar a comer una comida suntuosa que no
necesitamos y ¡Dejar a un hombre hambriento aquí afuera!
- Hoy en día hay un mendigo en cada esquina! Seguro que quiere el
dinero para beber.
-¡Yo tengo un poco de cambio! Le daré algo.

Aunque Víctor estaba de espaldas a ellos, oyó todo lo que dijeron,
avergonzado, quería alejarse corriendo de allí, pero en ese momento oyó
la amable voz de la mujer que le decía:
- Aquí tiene unas monedas. Consígase algo de comer, aunque la situación
está difícil, no pierda las esperanzas. En alguna parte hay un empleo
para usted. Espero que pronto lo encuentre.
-¡Muchas gracias, señora! Me ha dado usted ocasión de comenzar de nuevo y me ha ayudado a cobrar ánimo. Jamás olvidaré su gentileza.
-Estará usted comiendo El Pan de Cristo! Compártalo -dijo ella con una
cálida sonrisa dirigida más bien a un hombre y no a un mendigo.

Víctor sintió como si una descarga eléctrica le recorriera el cuerpo,
encontró un lugar barato donde comer, gastó la mitad de lo que la
señora le había dado y resolvió guardar lo que le sobraba para otro
día, comería el pan de Cristo dos días. Una vez más, aquella descarga
eléctrica corría por su interior. ¡El Pan de Cristo!
-¡Un momento! -pensó-. No puedo guardarme el pan de Cristo solamente para mí mismo.

Le parecía estar escuchando el eco de un viejo himno que había
aprendido en la escuela dominical. En ese momento pasó a su lado un anciano.
-Quizás ese pobre anciano tenga hambre -pensó-.
Tengo que compartir el pan de Cristo.
- Oiga -exclamó Víctor-. ¿Le gustaría entrar y comerse una buena comida?

El viejo se dio vuelta y lo miró con descreimiento.
- ¿Habla usted en serio, amigo? El hombre no daba crédito a su buena
fortuna hasta que se sentó a una mesa cubierta con un hule y le pusieron delante un plato de guiso caliente.

Durante la cena, Víctor notó que el hombre envolvía un pedazo de pan
en su servilleta de papel.
- ¿Está guardando un poco para mañana? -le preguntó.
- No, no. Es que hay un chico que conozco por donde suelo frecuentar,
la ha pasado mal últimamente y estaba llorando cuando lo dejé, tenía
hambre. Le voy a llevar el pan.
- El Pan de Cristo! Recordó nuevamente las palabras de la mujer y
tuvo la extraña sensación de que había un tercer Convidado sentado a
aquella mesa. A lo lejos las campanas de una iglesia parecían entonar a
los dos el viejo himno que le había sonado antes en la cabeza.
Los dos hombres llevaron el pan al niño hambriento, que comenzó a
engullírselo. De golpe se detuvo y llamó a un perro, un perro perdido y asustado.
- Aquí tienes, perrito. Te doy la mitad -dijo el niño. El Pan de Cristo
alcanzará también para ti.

El niño había cambiado totalmente de semblante. Se puso de pie y
comenzó a vender el periódico con entusiasmo.
- Hasta luego -dijo Víctor al viejo-. En alguna parte hay un empleo
para usted. Pronto dará con el. No desespere.
- ¿Sabe? -su voz se tornó en un susurró-. Esto que hemos comido es el

Pan de Cristo. Una señora me lo dijo cuando me dio aquellas monedas
para comprarlo. El futuro nos deparará algo bueno!
Al alejarse el viejo, Víctor se dio vuelta y se encontró con el perro
que le olfateaba la pierna.
Se agachó para acariciarlo y descubrió que tenía un collar que llevaba
grabado el nombre del dueño. Víctor recorrió el largo camino hasta la
casa del dueño del perro y llamó a la puerta.

Al salir éste y ver que había encontrado a su perro, se puso
contentísimo, de golpe la expresión de su rostro se tornó seria. Estaba
por reprocharle a Víctor que seguramente había robado el perro para
cobrar la recompensa, pero no lo hizo, Víctor ostentaba un cierto aire
de dignidad que lo detuvo.

En cambio dijo:
- En el periódico vespertino de ayer ofrecí una recompensa. ¡Aquí tiene!
Víctor miró el billete medio aturdido.
- No puedo aceptarlo -dijo quedamente-. Solo quería hacerle un bien al perro.
- Téngalo! Para mi lo que usted hizo vale mucho más que eso,
le interesará un empleo?

Venga a mi oficina mañana, me hace mucha falta una persona íntegra como usted.
Al volver a emprender Víctor la caminata por la avenida, aquel viejo
himno que recordaba de su niñez volvió a sonarle en el alma, se titulaba:
'Parte el Pan de Vida'...

'NO OS CANSEIS DE DAR, PERO...NO DEIS LAS SOBRAS, DAD HASTA SENTIRLO,

HASTA QUE DUELA'.

QUE EL SEÑOR NOS CONCEDA LA GRACIA DE TOMAR NUESTRA CRUZ Y SEGUIRLO,

AUNQUE DUELA.

AHORA, SI LO DESEAS, COMPARTE ESTO CON LOS DEMAS, 'EL PAN DE CRISTO'.....

YO YA LO HICE.

ESPERO QUE SIRVA DE ALGO EN TU VIDA...

¡QUE DIOS LOS BENDIGA SIEMPRE...!!!

Señor Jesús:'Te amo mucho, te necesito para siempre, estás en lo más
profundo de mi corazón, bendice con tus néctares corporales, a mi
familia, mi casa, mi hogar, mi empleo, mis finanzas, mis sueños, mis
proyectos y a mis amigos'.

Pasa esta oración , excepto a mí.

Y estate contento porque has pasado

EL PAN DE CRISTO





martes, 18 de septiembre de 2012

La verdad del amor humano


Documento de la CEE que consiste en orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar. 4 julio 2012

Autor: SIC (Servicio de Información de la Iglesia Católica en España)
El nuevo documento de la Conferencia Episcopal Española “La Verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar”, aprobado por la plenaria de la CEE, fue dado a conocer este 4 de abril.

El documento, dividido en seis partes, pone las bases de la concepción cristiana del matrimonio y de la familia, fundamentada en la naturaleza humana y en el bien común de la sociedad. Las partes del documento son: La verdad del amor, un anuncio de esperanza; La verdad del amor, inscrita en el lenguaje del cuerpo; El amor conyugal: «Como Cristo amó a su Iglesia» (Ef 5, 25); La disolución de la imagen del hombre; Amor conyugal, institución y bien común; y Hacia una cultura del matrimonio y de la familia. El texto concluye señalando la misión y el testimonio del matrimonio y de la familia.

ESQUEMA DEL DOCUMENTO

I. Anuncio de la buena noticia del matrimonio y de la familia (Capítulos 1-3: números 1-44)

Introducción (1-5): “queremos proponer de nuevo los principios fundamentales sobre la persona humana sexuada y sobre el amor esponsal propio del matrimonio”.

1. Hay un amor que nos precede, más grande que nuestras propias ideas y deseos, el Amor que Dios es. Buscar el amor consiste ante todo en aprender a recibirlo, acogerlo, experimentarlo y hacerlo propio. El amor, ante todo, se nos da y nos hace, no es mero fruto de nuestro querer ni pura expresión de nuestros sentimientos (6-16).

2. El cuerpo es la persona en su visibilidad. La sexualidad humana, es decir, la masculinidad y la feminidad, no es un simple atributo, sino constitutivo del modo de ser de la persona; va, por tanto, unida a su dignidad espiritual y expresa la entrega sincera de sí en el amor (17-23).

3. El amor del hombre y de la mujer, en su arquetipo conyugal, es comprometido; crea plena comunión de vida entre ellos; es fiel y exclusivo, fecundo y para siempre (24-38).

4. El pecado impide la realización de la persona en la verdad del amor. La virtud de la castidad permite vivir la sexualidad en su verdadera belleza. El sacramento del matrimonio sana, perfecciona y eleva el amor conyugal (39-44).

II. Denuncias y propuestas (Capítulos 4-6: números 45-145)

a) En el nivel de las ideas o principios:

1. Denuncia del espiritualismo (45-51), de la ideología de género (52-65) y de políticas de familia desenfocadas e insuficientes (66-70).

2. Propuestas para la acción y ayudas para la esperanza (77-81).

b) En el nivel de los hechos sociales:

1. Denuncia de la privatización emotivista o romántica del amor (82-90), de la falta de reconocimiento y promoción de los bienes que el amor conyugal y la familia reportan a la sociedad (91-105) y de las legislaciones que discriminan o ni siquiera reconocen ni protegen al matrimonio (97-111).

2. Propuesta a la responsabilidad de todos (112-115) y de la comunidad eclesial (116-121); propuestas de educación afectivo-sexual (122-125), de preparación para el matrimonio (127-134), de promoción de políticas familiares justas (135-138).

Conclusión: una tarea social por excelencia (139-141) y una misión y gracia eclesial (142-145).

DIEZ CLAVES PARA COMPRENDER EL DOCUMENTO

1) El ser humano no puede vivir sin amor. Pero el origen del amor no se encuentra en el hombre mismo, sino en el misterio de Dios, que se revela y sale al encuentro de cada hombre como Aquel que es el amor. Por eso, el hombre, creado como unidad de cuerpo y alma, a imagen de Dios, busca sin cesar el amor.

2) La persona humana existe necesariamente como hombre o como mujer, dado que el cuerpo es la persona en su visibilidad. La sexualidad humana no es separable de la dignidad espiritual del ser humano, que tiene su expresión en la entrega sincera de sí mismo en el amor.

3) El amor conyugal es un amor comprometido, que crea plena comunión de vida entre un hombre y una mujer; es fiel y exclusivo, fecundo y para siempre.

4) La belleza de la verdad que une la dignidad humana con la vocación al amor no es apreciada por causa del pecado, que separa a los hombres de su vocación haciéndolos perderse en visiones reductivas y rotas de la sexualidad. Es necesario cultivar la castidad, virtud por la que se vive la sexualidad en toda su belleza. El sacramento del matrimonio sana, perfecciona y eleva el amor conyugal.

5) Tanto el espiritualismo, que no reconoce a la corporeidad sexuada su sentido espiritual, como la ideología de género, que le niega su carácter personal, impiden la consideración adecuada del ser humano en su realidad armónica de imagen de Dios y, por tanto, imposibilitan también el reconocimiento de la verdad del matrimonio y de la familia.

6) La ideología de género, sobre el trasfondo de la cultura pansexualista, deforma la imagen del hombre al considerar que éste, dejando atrás su corporeidad sexuada –confundida con una mera biología del sexo–, habría de afirmar su libertad por medio de la llamada opción de género, que le haría dueño de su propia historia. Pero este vaciamiento del significado personal del cuerpo tiene serias consecuencias negativas: se impone la cultura de la muerte, con su negación de la fecundidad, de la vida.

7) La influencia de la ideología de género y de sus presupuestos ha conducido a una desvalorización sin precedentes del matrimonio y de la familia, sobre todo en las leyes y la cultura dominante. Desde 2005 el matrimonio, en cuanto unión de un hombre y una mujer, ha desaparecido del Código civil, y los españoles han perdido el derecho de ser considerados y protegidos específicamente por la ley como “esposo” o como “esposa”. Por otro lado, las políticas sociales no reconocen de modo adecuado el valor social de la familia. Sin embargo, se observa una valoración creciente de la familia por la sociedad.

8) El matrimonio es un bien social de primer orden. Es necesario romper los clichés que lo presentan como un estorbo para el desarrollo de la persona y de la sociedad. Custodia el amor de las personas y se constituye en valioso “capital social”.

9) La mejor respuesta a los daños causados por la ideología de género es la obra de la nueva evangelización. El conocimiento de Jesucristo abrirá el camino al aprecio de la belleza de la verdad del ser humano y de su vocación de amor.

10) El anuncio y la promoción de la verdad del amor humano compete y obliga a todos los miembros de la Iglesia y, en realidad, a todos los que sean consientes de lo que está en juego: la felicidad de las personas y el fortalecimiento de la sociedad, gracias a una antropología de la comunión entre los hombres.



LA CURACION DEL CUERPO LLEGA A TRAVES DEL ALMA"


Querien Vangal

Tarde o temprano todos los seres humanos enfermamos y el dolor reduce nuestra capacidad para el trabajo y el placer, llegando incluso a arrebatarnos la vida.

Sin embargo, pocas son las personas conscientes de que la enfermedad aparece cuando malgastamos nuestra energía.

Permitimos que nos la roben o la encarrilamos hacia objetivos erróneos.

Comprenderlo así nos abre el camino de la autocuración, un milagro posible si interpretamos las dolencias del cuerpo como lo que lo de verdad son: expresiones de un malestar espiritual que SI tiene curación.

Los miedos, las fobias, la falta de autoestima o el afán excesivo de control pueden tener repercusiones físicas insólitas y de difícil diagnóstico, que sólo podemos resolver aprendiendo a mantenernos en contacto con nuestro YO más hondo.

Aprender el leguaje del sistema energético humano es un medio para comprendernos a nosotros mismos, un medio para salir airosos de estos retos espirituales..

Al comprender la anatomía de la energía, se identifican las pautas o modalidades de nuestra vida, y la profunda interrelación que existen en el funcionamiento de mente, cuerpo y espíritu.

Este conocimiento propio nos proporcionará placer y paz mental, y al mismo tiempo, lo conducirá a la curación emocional y psíquica.

Nos rodea una energía emocional generada por experiencias interiores y exteriores, tanto las positivas, como las negativas. Estas fuerzas influyen en el tejido físico interno del cuerpo.

De esta manera, la biografía de una persona; es decir, las experiencias que conforman su vida, se convierte en su biología.


LA BIOGRAFIA SE CONVIERTE EN BIOLOGIA

Nuestro cuerpo contiene nuestra historia, todos los capítulos, párrafos y versos, línea a línea, de todos los acontecimientos y relaciones de nuestra vida.

Un miedo, por ejemplo, activa todos los sistemas corporales: el estómago se tensa, el ritmo cardiaco se acelera y tal vez el cuerpo comienza a sudar. Un pensamiento amoroso puede relajar todo el cuerpo.

Todos tenemos sentimientos negativos, pero no toda aptitud negativa produce enfermedad.

Para crear enfermedad, las emociones negativas tienen que ser dominantes.

Por ejemplo, una persona puede saber que debe perdonar a alguien, pero decide que continuar enfadada le da más poder.

Continuar obsesivamente enfadada la hace más propensa a desarrollar una enfermedad porque la consecuencia energética de una obsesión negativa es la impotencia.

La energía es poder, y transmitir energía al pasado pensando insistentemente en acontecimientos penosos resta poder al cuerpo, (o sea lo debilita) y puede conducir a la enfermedad.

El poder (que nos da la energía) es esencial para sanar y para conservar la salud. Las aptitudes que generan sensación de impotencia no sólo conducen a una falta de estima propia, sino que también agotan la energía del cuerpo físico y debilitan la salud en general.


EL PODER PERSONAL ES NECESARIO PARA LA SALUD...

Muchas personas desarrollan una enfermedad cuando pierden algo que para ellas representa poder, como el dinero y el trabajo o cuando pierden a alguien a quien le han otorgado poder o le han cedido su identidad, como el cónyuge, un progenitor o un hijo.

Nuestra relación con el poder esta en el núcleo de nuestra salud.

Para que una terapia alternativa tenga éxito es necesario que el paciente tenga un concepto interno del poder, una capacidad para generar energía interna y recursos emocionales, como por ejemplo, creer en su autosuficiencia.

Es necesario tomar conciencia de lo que nos da poder. La curación de cualquier enfermedad se facilita identificando nuestros símbolos de poder y escuchando los mensajes que el cuerpo y las intuiciones nos envían acerca de ellos


LA PERSONA PUEDE SANARSE SOLA

Curación total y cura no son lo mismo. Se produce una "cura" cuando la persona ha logrado controlar o detener el avance físico de una enfermedad.

Curar una enfermedad física, sin embargo, no significa necesariamente que se haya aliviado también el estrés emocional y psíquico que formaba parte de ella.

En este caso es muy posible, y con frecuencia probable, que

la enfermedad reaparezca.

El proceso de la cura es pasivo, es decir, el paciente se inclina a ceder su autoridad al médico y al tratamiento prescrito, en lugar de desafiar activamente la enfermedad y recuperar la salud.

La curación en cambio es un proceso activo e interno que implica investigar las aptitudes, los recuerdos y las creencias con el deseo de liberarse de todas las pautas negativas que impiden la total recuperación emocional y espiritual.

Conseguir salud, felicidad y equilibrio energético se reduce a

centrar más la atención en lo positivo que en lo negativo, y a vivir de una manera espiritualmente coherente con lo que sabemos que es la verdad.


LA CONCIENCIA Y SU CONEXION CON LA CURACION

Durante las cuatro ultimas décadas se ha escrito mucho sobre el papel de la mente en la salud, nuestras actitudes tienen un papel importantísimo en la creación y la destrucción de la salud corporal.

La depresión, por ejemplo, no sólo afecta a la capacidad de sanar, sino que deteriora directamente el sistema inmunológico.

El enfado, la amargura, el resentimiento y la rabia, obstaculizan el proceso de curación, o lo impiden totalmente.

La voluntad de sanar tiene un enorme poder, y sin ese poder interior una enfermedad suele salirse con la suya.


LA CONCIENCIA Y LA MUERTE

¿Significa esto que las personas que no se curan no han conseguido ampliar su conciencia?

NO, en absoluto. Morir no significa no haber sanado.

La muerte es una parte inevitable de la vida.

La realidad es que muchas personas si se curan de sus tormentos emocionales y psíquicos, y por lo tanto mueren sanadas.

Al igual que nacemos en el momento idóneo para que nuestra energía entre en la tierra, también hay un momento idóneo para dejar la tierra, no tenemos que morir con dolor y enfermedad.

La mente consciente es capaz de liberar el espíritu del cuerpo

sin tener que soportar el dolor del deterioro físico.

Esta elección la podemos tomar todos.

Tomar conciencia significa cambiar las reglas según las cuales vivimos y las creencias que conservamos.

Nuestros recuerdos y aptitudes son literalmente las reglas que determinan la calidad de vida y la fuerza de los lazos con los demás.

Todos podemos mejorar la calidad de nuestra vida a voluntad, por supuesto, pero eso no quiere decir que todas las enfermedades van a ser curadas.

A veces una persona tiene que soportar una enfermedad por motivos que le servirán para afrontar sus miedos y su negatividad.

…Y a veces a una persona le ha llegado la hora de morir.

La muerte no es el enemigo, el enemigo es el miedo a la muerte.



sábado, 25 de agosto de 2012

La FE, un Regalo de DIOS


Por:Querien Vangal
Julio / 2012

Aceptar los designios de Dios aunque no los entendamos, aunque no nos gusten. Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve, entonces podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos. Tener fe es dar cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos.

La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de gratitud al que recibe y al que da.

Tener fe es creer cuando resulta más fácil recurrir a la duda. Si la llama de la confianza en algo mejor se extingue en nosotros, entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo. La creencia en nuestras bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los de nuestros semejantes, es la energía que mueve la vida hacía grandes derroteros.

Tener fe es guiar nuestra vida no con la vista, sino con el corazón. La razón necesita muchas evidencias para arriesgarse, el corazón necesita sólo un rayo de esperanza. Las cosas más bellas y grandes que la vida nos regala no sé pueden ver, ni siquiera palpar, sólo sé pueden acariciar con el espíritu.

Tener fe es levantarse cuando se ha caído. Los reveses y fracasos en cualquier área de la vida nos entristecen, pero es más triste quedarse lamentándose en el frío suelo de la autocompasión, atrapado por la frustración y la amargura. Tener fe es arriesgar todo a cambio de un sueño, de un amor, de un ideal. Nada de lo que merece la pena en esta vida puede lograrse sin esa dosis de sacrificio que implica desprenderse de algo o de alguien, a fin de adquirir eso que mejore nuestro propio mundo y el de los demás.

Tener fe es ver positivamente hacía adelante, no importa cuán incierto parezca el futuro o cuan doloroso el pasado. Quien tiene fe hace del hoy un fundamento del mañana y trata de vivirlo de tal manera que cuando sea parte de su pasado, pueda verlo como un grato recuerdo.

Tener fe es confiar, pero confiar no sólo en las cosas, sino en lo que es más importante… En las personas. Muchos confían en lo material, pero viven relaciones huecas con sus semejantes.

Cierto que siempre habrá gente que te lastime y traicione tu confianza, así que lo que tienes que hacer es seguir confiando y sólo ser más cuidadoso con aquél en quien confías dos veces.

Tener fe es buscar lo imposible: sonreír cuando tus días se encuentran nublados y tus ojos se han secado de tanto llorar.

Tener fe es no dejar nunca de desnudar tus labios con una sonrisa, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes cuándo tu sonrisa puede dar luz y esperanza a la vida de alguien que se encuentre en peor situación que la tuya.

Tener fe es conducirse por los caminos de la vida de la forma en que un niño toma la mano de su padre. Es que dejemos nuestros problemas en manos de DIOS y nos arrojemos a sus brazos antes que al abismo de la desesperación. Fe es que descansemos en Él para que nos cargue, en vez de cargar nosotros nuestra propia colección de problemas.

Que en tu vida haya suficiente fe para afrontar las situaciones difíciles, junto con la necesaria humildad para aceptar lo que no sé pueda cambiar.



Hoy puedo darle un beso a Dios


Nunca podremos captar todo el significado de una cosa si no la experimentamos, si no somos capaces de verla, de tocarla.

Por: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C.
Fuente: www.la-oracion.com

En otro tiempo Dios, que no tenía cuerpo ni figura, no podía de ningún modo ser representado con una imagen. Pero ahora que se ha hecho ver en la carne y que ha vivido con los hombres, puedo hacer una imagen de lo que he visto de Dios… con el rostro descubierto contemplamos la gloria del Señor (...) La belleza y el color de las imágenes estimulan mi oración. Es una fiesta para mis ojos, del mismo modo que el espectáculo del campo estimula mi corazón para dar gloria a Dios» (San Juan Damasceno, imag. 1, 16).

***

Durante la comida de ayer, un amigo mío irlandés me comentaba que la primera vez que pasó calor en su vida fue en Salamanca, España. Era el mes de agosto y salió al campo árido de Castilla. El paisaje que descubrió nada tenía que ver con las lluviosas tardes de su querida isla irlandesa. Y fue ahí donde, por primera vez, entendió aquellas palabras de Cristo: Si alguno tiene sed, que venga a mí. Hasta el momento, aunque las había leído, no había entendido del todo.

Esta conversación me hizo recordar la noticia que leí hace poco sobre la publicación de la primera Biblia adaptada al lenguaje de los esquimales en Canadá. ¿Cómo explicar el término “Pastor” a los que nunca han visto una oveja? Tuvieron que buscar realidades que ellos entendieran para poder transmitirlo.

Así somos los seres humanos. Nunca podremos captar todo el significado de una cosa si no la experimentamos, si no somos capaces de verla, de tocarla. Por eso la Encarnación de Cristo fue, sin lugar a dudas, una revolución: Dios se hizo visible, de carne y hueso. Y cuando Él ascendió al cielo, no quiso desampararnos: nos dejó la Eucaristía y, en un segundo pero importante lugar, las imágenes, acercándonos más al misterio de Dios.

Si meditamos a fondo, creo que todos somos conscientes de que muchas de nuestros momentos más hermosos de diálogo con Dios han sido delante de una imagen. Así sucedió en la vida de los santos. Santa Teresa, por ejemplo, inició su conversión al ver una imagen de Cristo flagelado. San Francisco de Asís emprendió la fundación de los franciscanos ante un crucifijo dentro de una iglesia en ruinas. ¿Y tú?

El texto de San Juan Damasceno es una oda a la oración delante de una imagen: La belleza y el color de las imágenes estimulan mi oración. Y sí, tal vez nunca comprenderemos del todo quién es Dios, pero podemos intuirlo gracias a la contemplación de un crucifijo, llagado ahí por amor a mí; tal vez no alcancemos a darnos cuenta del maternal cuidado que María tiene si no la vemos en alguna de sus advocaciones. Y la lista sigue…

Hoy puede ser una buena oportunidad para acercarte a una de estas imágenes y, a través de ella, decirle a Dios: «¡Cuánto me has amado, Señor». Y terminar mi oración con un beso lleno de ternura. ¿A que así la oración no parece tan difícil

Para escribir tus comentarios entra a Hoy puedo darle un beso a Dios.

Esperamos tus comentarios, participa. Comparte tu sed y tu experiencia de Dios con apertura y humildad, para ayudarnos entre todos en un clima de amistad.

Este artículo se puede reproducir sin fines comerciales y citando siempre la fuente www.la-oracion












miércoles, 25 de julio de 2012

Equilibrios


Los equilibrios en el mundo humano sólo tienen sentido como trampolines para nuevas conquistas, para aventuras en las que el amor es capaz de arriesgarlo todo.

Por: Fernando Pascual, LC

Fuente: Catholic.net

El universo existe, cambia, se modifica, entre equilibrios más o menos complejos, entre tensiones profundas y difícilmente previsibles.

Hay equilibrios frágiles entre galaxias y planetas, entre protones y electrones, entre animales y plantas, entre países y continentes, entre miembros de una familia, amigos y conocidos.

Los equilibrios en el mundo humano son sumamente complejos. A nivel individual, cada uno busca un estado de serenidad, de salud, de armonía interior. Queremos que el cuerpo esté sano, que no sufra por los cambios de temperatura, que supere satisfactoriamente las gripes anuales, que no engorde ni adelgace demasiado.

No sólo el cuerpo necesita estar en equilibrio, sino también la propia psicología. Las decisiones que tomamos, los libros que leemos, los pensamientos que ocupan nuestro corazón, las apreciaciones sobre los acontecimientos, necesitan alcanzar niveles de equilibrio sin los cuales la personalidad puede sucumbir a las muchas enfermedades del espíritu.

A nivel social, los equilibrios son mucho más complejos. Cuando interactúan dos o más personas, se conjugan opciones y temperamentos a veces muy diferentes, si es que no llegan a ser contrapuestos. En la escuela o en el trabajo, en la vida de pareja o en las relaciones con los padres y los hijos, en la calle o en el parlamento, los equilibrios se suceden con rapidez, muchas veces a costa de peligros serios o de conflictos profundos que llevan a confrontaciones entre individuos y grupos.

Buscamos el equilibrio en tantos niveles. Pero sería un error aspirar a equilibrios estáticos como si fuesen el fin de la propia existencia. Porque no vivimos para conquistar una serenidad profunda a través de un balanceo más o menos ´fijo´ entre tendencias y fuerzas contrapuestas. Porque incluso los más ´equilibrados´ saben que basta una corriente de aire, una discusión en familia o un resbalón por la calle para que todo el equilibrio salte por los aires. Porque la vida humana no tiene un horizonte cerrado ante sí, sino que avanza continuamente hacia metas nuevas, hacia la conquista de equilibrios o desequilibrios abiertos a un futuro lleno de sorpresas.

Los individuos y las sociedades se engañan, por lo tanto, si aspiran a eternizar equilibrios que son siempre caducos. Equilibrios que, en no pocas ocasiones, nos impiden ser capaces de amar y de luchar contra tantos males de un mundo lleno de heridas.

No vale la pena vivir encerrado en una habitación segura cuando podemos salir para comprometernos en la lucha por una sociedad más justa. No tiene sentido casarse para lograr una satisfacción mutua más o menos tranquila sin lanzarse a la aventura maravillosa que inicia con la llegada de cada hijo. No funciona una sociedad que cierra sus fronteras a quien es ´distinto´ simplemente para proteger unos equilibrios económicos que parecen sanos pero que no son más que quietudes que llevan a la muerte.

Los equilibrios en el mundo humano sólo tienen sentido como trampolines para nuevas conquistas, para aventuras en las que el amor es capaz de arriesgarlo todo. Es triste morir en equilibrios de egoísmo donde uno buscó simplemente estar tranquilo y evitar problemas. Es hermoso morir por asumir riesgos al dar lo mejor de nosotros mismos, al desgastar la propia vida en la tarea de amar alegremente, sin medida...





Cuando el corazón está frío como el hielo


Anímate ya a suavizar tu corazón rodeándolo de amor y esperanza perdonando a quienes te ofendieron.

Por:. Dennis Doren L.C.

Fuente: Catholic.net

Afuera hace frío, mucho frío. Se ve el aliento de las personas al respirar, mientras caminan envueltos en abrigos y bufandas y las manos en los bolsillos. Quizá las crestas de los montes estén cubiertas de nieve o de hielo, pero hay gente que tiene su corazón caliente, y no importa el frío de las calles; personas que tienen una razón para vivir, gente feliz y que sabe amar, que sabe convertir todas las cosas duras de la vida en algo bueno, algo positivo; tienen esperanza, confían en Dios, aman a su prójimo y se esfuerzan por mantener un clima de paz y calor en sus hogares, en su trabajo. Pero, ¡qué duro debe ser que ahí afuera haga frío y que el corazón esté congelado, hecho hielo!, frío por fuera y frío por dentro. Hielo es la desesperanza, dejarse arrancar día a día los restos de confianza a los que uno se agarra para seguir viviendo. Hielo es el rencor y el odio que va pudriendo poco a poco de modo irremediable tantos corazones. ¡Qué hielo tan duro, es el miedo a la vida, al futuro, a la vejez, a la enfermedad y a la soledad, a que no te reconozcan! Necesitamos que salga el sol dentro de nosotros mismos, el sol de la esperanza, del amor, del optimismo, de la paz interior; tenemos que forzarnos a nosotros mismos y, antes que nada, obligarnos a creer que el sol puede salir en nuestra vida. Hace un tiempo compré un bote de helado, y como no lo comí todo, decidí guardarlo en el congelador. Durante varios días estuve pensando en comerlo, pero luego lo olvidaba y lo seguía guardando para otro día. Finalmente, se llegó el momento de comerlo, pero para mi sorpresa, el helado estaba totalmente congelado, a tal grado, que ni siquiera un cuchillo podía penetrarlo. Apenas podía creer que en tan poco tiempo se hubiera endurecido tanto. Así que tuve que esperar más de veinte minutos para empezar a comerlo. Lo que le ocurrió a mi helado, me hizo pensar en las personas que se enojan con Dios, con la vida, con sus amigos y familiares, que pierden las esperanzas y sus corazones y sus vidas se congelan. Son personas que no han sabido enfrentar las dificultades y situaciones difíciles, que dicen frases como "Algún día los perdonaré"; pero lo que en verdad hacen, es poner sus corazones en el congelador. Conforme pasa el tiempo, sus corazones se vuelven cada día más duros, no pueden perdonar a quienes en algún momento les ofendieron. No logran acercarse a Dios y reconfortarse en Su Amor y Su Misericordia; y cada día se alejan más y cada día se vuelve todo más difícil. Si te sientes así, recuerda lo que le pasó a mi helado, no esperes mucho tiempo. Anímate ya a suavizar tu corazón rodeándolo de amor y esperanza perdonando a quienes te ofendieron, y todo lo demás vendrá por añadidura. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, recuerda que nadie sabe en qué momento puede ser llamado a rendir cuentas. El que desespera de todo, puede tener muchas razones y excusas, pero también algo de culpa, porque penas, sufrimientos, apuros económicos, contratiempos, están repartidos en la vida de todos; pero ahí está también la mente, nuestra mente, para buscar soluciones a los problemas, y unos la usan y otros no. Ahí están nuestras manos para trabajar, y unos les dan uso y otros no; ahí está Dios que sí ayuda a los que confían, pero unos le rezan a ese Dios y otros le dan la espalda; ahí están las oportunidades que ofrece la vida, pero unos las buscan y otros se excusan diciendo que nada se puede hacer. El sol de la esperanza puede salir, y de hecho sale, en la vida de todos los que se fuerzan a sí mismos a creer en Dios y en sí mismos; que se fuerzan a esperar lo mejor, a luchar por salir adelante a pesar de todo, yo no puedo controlar el clima de afuera, pero sí el interior de mi espíritu. Los problemas lo pueden quebrantar a uno, si se deja; pero pueden fortalecerlo, si los enfrenta como retos magníficos