Po:r Equipo yoinfluyo.com Noviembre / 2010 La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) ha llevado a cabo su XC Asamblea Plenaria a lo largo de la semana anterior. Con la participación de 130 obispos, y la presencia del Nuncia Apostólico en México, Christopher Pierre, los prelados discutieron sobre la necesidad de lograr una mayor libertad religiosa en nuestro país, así como de los problemas sociales y políticos que aquejan la vida pública nacional. Los obispos mexicanos no dejaron de insistir frente al presidente de la República, Felipe Calderón, y al gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, en que la democracia mexicana requiere ampliar su marco legislativo en materia religiosa. "La Iglesia no busca ni pide privilegios, solo requiere un marco jurídico democrático para desarrollar una positiva colaboración en la resolución de los problemas sociales", indicó la CEM. De este modo, los prelados una vez más le recuerdan al gobierno mexicano -al de Calderón en este caso- que la apuesta por la consecución de una mayor libertad religiosa no es únicamente un reclamo de la Iglesia, sino una apuesta por la sana convivencia democrática, por el aumento de la calidad de la vida pública mexicana. En un mensaje dirigido a los fieles católicos mexicanos, los obispos indican: "En esta Asamblea nos hemos preguntado qué desafíos piden, de nuestra parte, una palabra iluminadora y una presencia comprometida (sic)". Del mismo modo, han llamado una vez a los fieles laicos a ser agentes de cambio, que inunden con su testimonio las realidades temporales en las que se desenvuelven. La unidad de la Iglesia Católica mexicana es fundamental para dar frente a los embates del secularismo y de la descristianización de la cultura y de la vida nacional. Comenzando por los pastores de la Iglesia, y siguiendo el llamado del Papa Benedicto XVI, los fieles católicos no pueden permanecer dispersos, desunidos, bajo "fuego amigo". La urgencia de los tiempos y la hostilidad del entorno no permiten rupturas internas. La Iglesia Católica necesita trabajar unida, en mayor interrelación entre jerarquía y fieles laicos. El factor de unidad no es otro más que el amor, el perdón y la reconciliación; en concreto, la persona de Jesucristo. El trabajo pastoral está reservado para unos, la labor en las tareas del mundo está reservada para otros. Los esfuerzos aislados son menos efectivos que los que se hacen de forma conjunta, entrelazada, organizada. El objetivo no cambia. La misión es la de siempre. La presencia de la Iglesia Católica mexicana, jerarquía y fieles laicos, no sólo es necesaria, es urgente. El crimen organizado, la violencia, la crisis económica, la pobreza, la corrupción y la impunidad requieren de la contundente respuesta de los católicos. La Iglesia no puede esperar. El país tampoco. |
domingo, 28 de noviembre de 2010
CEM: sin unidad, no hay esperanza
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