lunes, 26 de abril de 2010

¿Y la entrevista?

 

Por: C.P. Alberto Núñez Esteva

Presidente de Sociedad en Movimiento
Abril / 2010

La mano que mece la cuna rige al mundo
Peter de Vries

 

Un hombre deseoso de reconocimiento, de salir en la foto, de ser admirado, de lucir su juventud dentro de su vejez, de ser bisabuelo a los 60 años y contar con su esposa y cinco mujeres, de conservar la vida o contemplar la muerte en todo momento, de lucir su poder, sus mujeres, su   dinero, su libertad en el monte agreste dentro de su propia cárcel en la vida, el temor a ser capturado y  a la muerte,  la indecisión de suicidarse o no en caso de ser atrapado, su cariño por el hijo encarcelado ¿de por vida? en algún lugar de los Estados Unidos, su ego, su ego , su ego. La foto en la portada de Proceso de un presumido Mayo Zambada con su 1.80 de estatura y su cuerpo fornido y poderoso, con el brazo sobre el hombro derecho de un Julio Scherer opacado por la personalidad de este diabólico sujeto, lo dice todo.

 

Ismael Zambada le envía sus mensajes al Presidente Calderón: no podrán derrotarnos, pues si muere la cabeza surgen sus seguidores; porque son millones las personas involucradas en el narcotráfico; porque la corrupción y la impunidad son nuestros aliados; porque le mienten sus colaboradores al decirle que van ganando porque están perdiendo; porque llegaron tarde a la lucha. El ejército viola los derechos humanos, dice El Mayo, al entrar a los hogares con lujo de violencia en busca de los delincuentes (esto dicho, cínicamente, por el asesino de miles de personas).

 

D. Julio Scherer, periodista de gran prestigio y brillante trayectoria, no estuvo a la altura de las circunstancias, dejó escapar al Mayo Zambada pues sus preguntas y cuestionamientos fueron insulsos. No fue el Julio Scherer que se negó a aplaudir al Presidente Díaz Ordaz cuando éste se confrontó con los estudiantes; no fue el periodista que profundizó en la intimidad de la Reina del Pacífico; no fue aquel que entrevistó al Subcomandante Marcos en su paso por la Ciudad de México. El  capo de capos metió en su juego a D. Julio cuando éste, acorde a su estilo y experiencia, debió haber marcado las condiciones de la entrevista. Zambada se rehusó a hablar de su hijo, evitó la respuesta sobre su iniciación en la carrera del narcotráfico, e  impidió que se  grabara la entrevista. No fue D.  Julio quien solicitó la reunión, fue el capo quien consiguió que lo entrevistara. El afamado periodista dice que si el diablo le solicitara una entrevista él viajaría al mismísimo infierno. Y ¿Para qué? ¿Para que el diablo salga en la portada de Proceso en un alarde de relaciones públicas? O para que el demonio explique el por qué de sus diabluras ¿Es el periodista un medio para validar los fines de los demonios? O es el periodista un medio para informar ampliamente a la sociedad sobre lo que persiguen los demonios ¿Es ético darle imagen al corrupto y servir de instrumento para posicionarlo ante la mirada de la sociedad?  Esto depende del contenido de la noticia. Entrevistar a Hitler en su momento fue una hazaña, pero revelar su personalidad demoníaca fue logro y responsabilidad del entrevistador. Hacer de los villanos héroes o de los héroes villanos es un acto de conciencia.

 

Me hubiese gustado que mi admirado D. Julio le preguntase a Zambada ¿Cuántos hombres y mujeres inocentes ha matado usted? ¿Qué siente cuando tortura a una persona? ¿Para qué quiere el poder y el dinero si no puede disfrutarlo abiertamente? ¿Qué lo motiva a causar daños irreparables a los jóvenes, a los adolescentes e inclusive a los niños a quienes induce a drogarse y a consumir sus vidas? ¿Quiere usted a su país? Y en caso afirmativo ¿Por qué lo daña tanto? ¿Cree usted en Dios? Y en caso afirmativo, ¿Qué cuentas le va a rendir? ¿Cuál es su estrategia de combate? ¿Qué piensan de usted sus hijos,  su Vicentillo encarcelado, sus 15 nietos y su bisnieto? ¿Se considera usted un ejemplo a seguir? ¿Algún día se arrepentirá y regresará como el hijo pródigo a los brazos de El Señor? ¿Cuáles son sus momentos más aciagos? ¿Y los más gloriosos? ¿Cree usted que nacimos para ser felices y que debemos luchar para lograrlo? ¿Qué entiende usted por felicidad? ¿A quién admira usted y por qué? ¿Cuál es su objetivo en la vida, después de estar 44 años inmerso en el narcotráfico? Algunas las contestaría, otras no, pero en el silencio estaría también su respuesta.

 

Sí, me hubiese gustado que un periodista brillante hiciese una entrevista brillante y descubriese la personalidad del entrevistado. Eso justificaría la entrevista a Zambada o al diablo; pero no me gustó que Zambada utilizase al entrevistador para sus propios fines. Yo no soy periodista, soy un simple ciudadano que sigue creyendo en los valores, en aquellos valores que con tal hombría defendió en su momento mi admirado periodista D. Julio Scherer, quien ahora nos relató, de manera formidable y novelesca, el viaje hasta el  lugar de la entrevista y el entorno en la que ésta se celebró. Todo bien, muy bien diría yo, excepto el fondo.

 

 

 

 

 

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