Por: Diego Contreras
Diciembre / 2010
Escribió Vittorio Messori en el diario milanés "Corriere della Sera" (recorte en pdf) que ninguno de los millones de peregrinos que cada año visitan Lourdes recuerda el nombre del párroco de la zona durante la época de las apariciones (1858). Ni tampoco el del obispo.
Sin embargo, todos saben quién era Bernadette de Soubirous. Hace esa consideración a propósito del sacerdocio femenino y en respuesta a un colega que, en las mismas columnas, mostraba hace unos días no entender las razones del "no" de la Iglesia a la ordenación de mujeres, precisamente en una época en la que faltan curas.
Con la referencia a Bernadette, Messori quiere ilustrar una frase de Juan Pablo II: "los más grandes en el reino de los cielos no son los ministros, sino los santos". El Papa Wojtyla lo afirma en el breve documento en el que subraya que el sacerdocio –por querer de Cristo– está reservado a los varones, pero que eso no quiere decir que sean más importantes que las mujeres.
Señala el periodista italiano que Juan Pablo II recordó esa doctrina de la Iglesia con una solemnidad especial (que sólo usó en otra ocasión durante todo su largo Pontificado, al hablar de la ilegitimidad del aborto en la encíclica Evangelium vitae).
Vale la pena recordar ese pasaje solemne sobre el sacerdocio a la mujer, al que se refiere Messori:
"Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia".
Pienso que se trata de un "elemento constitutivo" que está también en el ADN de la percepción que los fieles tienen de la Iglesia, y que se sabe distinguir de lo que son otras cuestiones de igualdad entre hombre y mujer.
Me parece significativo, en este sentido, que buena parte de los problemas de la Comunión Anglicana empezaran con la ordenación de mujeres, un gesto que fue visto por muchos (y por muchas) anglicanos como una ruptura con la identidad cristiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario