sábado, 25 de diciembre de 2010

Niños en venta alrededor del mundo

 

Por; Norma Mendoza Alexandry

Diciembre / 2010

 

Cuando te pregunten: "¿quién es tu madre?" o "¿quién es tu padre?", contesta: "No lo sé, fui fabricado". Lo anterior no es broma ni es extracto de una película de ciencia ficción, es un hecho real, por eso "somos una ciudad de vanguardia", como dijo el jefe de gobierno de la Ciudad de México.


Trasladémonos a otra parte del mundo, a la India, en donde la subrogación de úteros se ha convertido en un negocio global. Hasta allá acuden personas de Europa, Asia y América principalmente, parejas que están imposibilitadas de concebir a sus propios hijos con el objetivo de rentar un útero que haga posible su sueño de obtener un(a) niño(a).

 

Cuando se da paso a la llamada "diversidad" se pierde el sentido de lo familiar y se pasa a crear situaciones alternas, muchas veces inverosímiles. Pongamos un caso que puede ocurrir cuando se pierde la noción de la dignidad y el respeto de la persona. Lo siguiente ocurrió recientemente en India:

 

Manji tiene seis "madres". Ella es una niña saludable que nació pesando 3 kilogramos, vino al mundo en julio de 2008. La primera madre de Manji es una mujer japonesa. Ella y su marido viajaron a la India para hacer arreglos y tener a Manji en la Ciudad de Anand, en el estado de Gujarat, India.

 

Las "madres" segunda y tercera esperaban en la clínica que se especializa en infertilidad. La madre segunda de Manji donó un óvulo, el padre donó su esperma y una tercera madre proveyó el uso de su útero. En noviembre del 2000, Manji ahora un embrión, fue transferida al cuerpo de una mujer hindú en donde comenzó a crecer.

 

Un mes previo a su nacimiento, los japoneses que programaron su procreación se divorciaron.  De pronto, Manji quedó sin madre alguna.

 

En julio siguiente el padre de Manji, Ikufum Yamada, regresó a la India y trajo consigo a su propia madre, esto es, la abuela de Manji. La esposa de Yamada ya no tenía ningún interés y la madre subrogada tampoco, pues ya había parido y entregado al bebé como fue estipulado en el contrato.}

 

Manji entonces conoció a su cuarta madre, quien en realidad era su abuela paterna; ésta daba de comer a la niña y la cargaba, pero lo que no consideró es que India es un lugar caluroso con muchos microbios y a los 10 días de nacida, Manji fue llevada al hospital diagnosticada con diarrea y envenenamiento sanguíneo, esto porque su botella de leche no estaba esterilizada. Si hubiese sido alimentada del pecho de su madre, no se hubiera infectado.

 

Manji es una bebé famosa, los diarios la califican como la "primera huérfana de madre subrogada". Desde que nació el padre estuvo tratando de que se le permitiera llevarse a su hija a Japón.  Como es una bebé famosa, se le asignó una enfermera personal, su madre número cinco, quien es responsable de su cuidado.

 

En el cuarto asignado a Manji hay un reloj de pared y junto, un cuadro de una mujer europea cargando a un niño europeo, debajo de esta figura un letrero en donde se lee: "Hay una madre detrás de un gran hijo". Pronto Manji es presentada a su madre número seis, una hindú que acaba de dar a luz y quien se encargará de alimentarla de su pecho.

 

La abuela de la niña desea llevarla de regreso a Japón, pero ésta no tiene documentos ni tampoco una nacionalidad. En su acta de nacimiento, bajo el nombre de la madre se lee: "no acreditada", y abajo, una nota: "el óvulo fue obtenido de una donadora anónima… y el nombre de ésta no debe ser declarado".

 

El caso de Manji, además de ser complicado se hizo público.  Una niña sin madre, sin país, sin cariño, sin identidad, en una palabra: una niña fabricada, eso sí, con madres artificiales.

La India es el país con oportunidades ilimitadas para personas que no pueden gestar a sus propios hijos. Allí los doctores hablan inglés y están dispuestos a ayudar a homosexuales israelíes o a lesbianas irlandesas a que se "conviertan" en padres y, además, les sale barata la adquisición, de 2 mil a 3 mil dólares.

 

En la clínica Rama en algún lugar de la India, 600 veces al año el personal del laboratorio intenta crear vida en un recipiente denominado "petri".

 

En Estados Unidos, aunque el costo para quienes intentan la paternidad por medio de la renta de un útero oscila entre 40 mil y 120 mil dólares, incluyendo gastos médicos y legales,  la demanda por el alquiler de úteros es mayor que la oferta. 

 

Una gran cantidad de estas mujeres que rentan su útero son esposas de militares quienes con el dinero ofrecido complementan el ingreso familiar, algunas mientras sus esposos están fuera del país. Éstas se han incrementado a partir de la invasión a Irak en 2003.  La Sociedad para la Tecnología de Reproducción Asistida reporta que el año pasado hubo mil nacimientos por subrogación en EU.

 

Un equipo de expertos del Consejo de Ciencia de Japón que ha debatido el tema durante más de un año a petición del gobierno, sostiene que los nacimientos de madres de alquiler plantean riesgos para la salud tanto de las madres como de los hijos.

 

Asimismo, la columnista Ellen Goodman también expresaba su preocupación en un artículo del "Boston Globe" el 11 de octubre y decía que le preocupaban las madres que rentan su útero, por lo que una persona se convierte en un mero producto a comercializar en los mercados internacionales.

 

"No podemos, por ejemplo, vendernos a nosotros mismos en esclavitud", comentaba,  "no podemos vender a nuestros hijos, pero el negocio de las madres de alquiler se acerca peligrosamente a estas dos cosas".

 

Aunado a lo anterior, los riesgos sanitarios se explicaban en un artículo de "Life News" el pasado 3 de marzo, en él, Jennifer Lahl presidenta de Bioethics and Culture Network  mencionó algunos de los riesgos para mujeres que donan sus óvulos; estos incluyen: infarto, infecciones, cáncer y pérdida de la futura fertilidad. 

 

También sostenía que la donación de un óvulo no es lo mismo que la donación de un órgano, pues en este segundo caso el donante asume riesgos para salvar a un enfermo o moribundo. En contraste, la receptora de un óvulo no está enferma, sino que está comprando un producto.

 

El año pasado, en una conferencia sobre fertilidad, la maestra Naomi Pfeffer advertía que las mujeres de países pobres están siendo explotadas en una especie de prostitución por los occidentales que están desesperados por tener hijos, informaba a "The Times" el 19 de septiembre.

 

"La relación de intercambio es análoga a la de un cliente y una prostituta", afirmaba. "Es una situación única porque es el único ejemplo en el que una mujer explota el cuerpo de otra mujer", comentaba Pfeffer. 

 

Las clínicas de fertilidad demuestran la falta de respeto a los hombres y mujeres jóvenes cuando los tratan como mercancías, al ofrecerles sumas de dinero por ser donantes de esperma u óvulos con trazos intelectuales, físicos o personales específicos.

 

Y ¿qué pasa con el niño concebido de esta manera?  Margaret R. Brown, una joven estudiante de biología engendrada in Vitro  con el aporte de un donante anónimo en EU, declara: "Tengo un sueño recurrente: me veo flotando en medio de la oscuridad mientras giro cada vez más rápido en una región sin nombre, fuera del tiempo, casi no terrenal. Me angustio y quiero poner los pies en el suelo, pero no hay nada sobre lo que plantar los pies. Soy una persona engendrada por inseminación artificial con esperma de donante y nunca conoceré la mitad de mi identidad.

 

"Se me plantean miles de preguntas: ¿de quién son los ojos que tengo? ¿Quién puso en la cabeza de mi familia que mis raíces biológicas no importaban? No se puede negar a nadie el derecho de conocer sus orígenes biológicos".

 

Para Margaret el problema radica en que "la inseminación artificial responde al interés de la intimidad de los 'padres' y del médico, en vez de al interés del niño… Pero un hijo no es una mercancía ni una propiedad, es una persona que tiene sus propios derechos".

 

La maternidad sustitutiva o de vientre subrogado representa una falta objetiva contra las obligaciones del amor materno, de la fidelidad conyugal y de la maternidad responsable; ofende la dignidad y el derecho del hijo a ser concebido, gestado, traído al mundo y educado por sus propios padres; instaura, en detrimento de la familia, una división entre los elementos físico, psíquico y moral que la constituyen. En una palabra, se instrumentaliza a los niños. 

 

Habría que contestar con honestidad la siguiente pregunta: ¿Es moralmente lícita la maternidad sustitutiva o de vientre subrogado.

 

 

 



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