domingo, 26 de diciembre de 2010

Jesús siempre perdona

 


Al perdonar ponemos la medida del perdón, pues con la medida que midamos se nos medirá.

Por: Querien Vangal

 


Aldo Moro era amigo de Pablo VI. Cuando las Brigadas Rojas secuestraron a Aldo, Pablo VI se ofreció como rehén para que liberasen a su amigo; pero Aldo fue asesinado. Las cuatro hijas de Aldo fueron a la cárcel en las Navidades siguientes, a llevar unos regalos y perdonar a los asesinos de su padre. Ante la pregunta de los periodistas qué es lo que hacían con este gesto una de ellas respondió: "lo hemos aprendido de Jesús".


Jesús dio la vida por todos, inclusive por sus enemigos. En él tenían cabida todos los seres humanos, en especial los más despreciados. El no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores y no pedía sacrificios, sino misericordia (Mt 9,13). Jesús practicaba y enseñaba a otros a practicar la lección más difícil: pasar haciendo el bien y perdonar y a Pedro le manda que perdone siempre (Mt 18,21). La reconciliación perfecta la hizo Jesús, él es el único mediador entre Dios y los seres humanos (1Tm 2,5). Él murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos, a quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros (2Co 5,14-21). Cristo nos ha reconciliado con Dios "por medio de la cruz, destruyendo en sí mismo la enemistad…; por él tenemos acceso al Padre en un mismo espíritu" (Ef 2,14-18).


Jesús excusa y perdona a sus enemigos y así se lo pide al Padre: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23,34). Hasta ese punto llegó el perdón de Jesús. Jesús no se dejó vencer por el mal, sino que venció al mal con el bien (Rm 12,21). Dice san Juan Crisóstomo: "En las guerras se considera vencido al que cae. Pero entre nosotros la victoria consiste en eso mismo. Nunca vencemos cuando nos portamos mal, sino cuando soportamos el mal con paciencia. La victoria más bella consiste en vencer con nuestra paciencia a los que nos hacen daño". Jesús no fue enviado por su Padre como juez, sino como salvador (Jn 3,17); él nos revela que Dios es un Padre que tiene su gozo en perdonar (Lc 15) y cuya voluntad es que nada se pierda (Mt 18,12).


Jesús no sólo anuncia este perdón, sino que además lo ejerce y testimonia con sus obras que dispone de este poder reservado a Dios (Mc 2, 5-11). Jesús nos manda amar a los enemigos, hacer el bien a los que nos odian, bendecir a los que nos maldicen (Lc 6, 27-35). Al perdonar ponemos la medida del perdón, pues con la medida que midamos se nos medirá (Lc 6,36-38).


Jesús tenía entrañas de misericordia y sus seguidores, al mismo tiempo que se sienten atraídos por él, tienen que comprender que la misericordia "es la única realidad que puede resumir e iluminar decisivamente todos los demás aspectos del mensaje cristiano" (B. Bro). Cuando Jesús se relaciona con el ser humano, especialmente con los necesitados y pecadores siente profundamente la misericordia. Los evangelios nos hablan de distintos momentos en que se le conmovieron las entrañas. Como ante el féretro del joven muerto en Naím o ante los ciegos de Jericó. La misma expresión es utilizada por él en el relato de la parábola del buen samaritano y del hijo pródigo.


Jesús sentía compasión cuando veía a las multitudes vejadas y abatidas, como ovejas sin pastor (Mt 9,36); cuando veía a los ciegos, a los paralíticos y a los sordomudos que de todas partes acudían a él, (Mt 14,14); cuando se daba cuenta de que las personas que le habían seguido durante días estaban fatigadas y hambrientas (Mc 8,2). Hay parábolas en las que habla del perdón. Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en su casa y se sentó a la mesa. Una mujer, que era pecadora en la ciudad, cuando supo que estaba a la mesa en casa del fariseo, llevó un vaso de alabastro lleno de perfume y comenzó a bañarlos con lágrimas y a limpiarlos con sus cabellos; le cubrió de besos los pies y se los ungió con el perfume… Como esta mujer amó mucho, se le perdonaron todos sus pecados (Lc 7,36-47). La parábola del deudor inexorable inculca con fuerza esta verdad (Mt 18,23-35), en la que insiste Cristo (Mt 6,4) y que nos impide olvidar haciéndonosla repetir cada día en el padrenuestro.


Jesús presenta la misericordia fraterna como una buena disposición previa al perdón de Dios. Es necesario perdonar para que también vuestro Padre celestial os perdone vuestras culpas (Mc 11,25). El perdón fraterno aparece aquí como condición esencial previa para obtener el perdón de Dios. Lucas va mucho más lejos, parece dar por supuesto que cuando pedimos perdón al Señor hemos perdonado previamente a todos. Así decimos al Padre que perdone nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos ofende (Lc 11,4). Realmente somos nosotros los que al perdonar ponemos la medida del perdón, pues con la misma medida que midamos, se nos medirá (Lc 6,36-38). Y hay que usar una buena medida para excusar los pecados de cada día, esos que van carcomiendo toda clase de amor. Éste muere, a menudo, por las continuas desatenciones, olvidos, genio, egoísmo.


San Pablo presenta el perdón como una consecuencia del perdón divino e invita a perdonar, (Col 3,13), a ser benignos y misericordiosos (Ef 4,32) y a que la puesta del sol no sorprenda en el enojo (Ef 4,26).


Pedro pone como norma de conducta el no devolver mal por mal ni insulto por insulto; antes, al contrario, manda bendecir y amar siempre (1P 3,8-9).


La reconciliación depende de cada persona, cada uno es libre para aceptarla o rehusarla (Mc 4,1-9); pero la reconciliación es, sobre todo, obra de Dios, él es el que realiza su obra, ensalza a los humildes y rebaja los soberbios (Lc 1,52-53). Quien perdona deja las ofensas atrás, apunta hacia nuevos horizontes, soslaya lo sucedido y propone una nueva relación al ofensor.

 

 

sábado, 25 de diciembre de 2010

Villancicos que frenaron la guerra en Navidad

 

Por: Alfonso Méndiz

Diciembre / 2010

 

 

Sucedió el 24 de diciembre de 1914 en el frente de Ypres (Bélgica), en la zona más dura de las trincheras que separaban las tropas del Imperio Alemán de las tropas británicas, durante el invierno de la Primera Guerra Mundial.

 

Se decretó una tregua para esa noche que implicaba permanecer en los puestos sin disparo alguno, pero –al empezar la cena de Navidad– las tropas alemanas se animaron a decorar sus trincheras, y luego continuaron su celebración cantando villancicos, especialmente "Stille Nacht" (Noche de paz). Las tropas británicas respondieron entonces con "Adeste fideles" y algunos villancicos en inglés.

 

A continuación, ambos ejércitos intercambiaron gritos de alegría, muestras de amistad y deseos de una feliz Navidad para todos. Al poco, hubo encuentros de unos y otros en la tierra de nadie, y allí se intercambiaron pequeños regalos: whisky, cigarrillos, etcétera.

 

La tregua también permitió que los caídos fueran recuperados desde detrás de las líneas y enterrados cristianamente. Se celebraron ceremonias fúnebres con soldados de ambos bandos, llorando las pérdidas de uno y otro lado, y ofreciéndose mutuamente el pésame. En uno de esos entierros en zona de nadie, soldados británicos y alemanes leyeron juntos un fragmento del Salmo 23:

 

"El Señor es mi pastor, nada me falta.

Sobre pastos verdes me hace reposar,

Aunque camine por un valle oscuro

no temeré mal alguno porque Él está conmigo".

 

La tregua se propagó hacia otra áreas. En algunos puntos duró hasta el año nuevo, e incluso hasta el mes de febrero. Los comandantes británicos John French y Sir Horace Smith-Dorrien juraron que una tregua así nunca volvería a permitirse; paradójicamente, ambos habían dejado el mando antes de la Navidad de 1915.

 

En 2005, Christian Carion llevó a la pantalla esa tregua de Navidad, basándose en el relato de uno de los testigos: "La increíble Navidad de 1914".

 

Los tráilers de "Tregua de Navidad" pueden verse en

 

http://www.youtube.com/watch?v=YhBtOcxpTog&feature=player_embedded

 

http://www.youtube.com/watch?v=G9xqYmKH2i4&feature=player_embedded

 

jesucristoenelcine.blogspot.com

 

 

 



Una Navidad feliz


Fuente: Catholic.net
Autor
: José Carrillo, E. C.



Aún recuerdo aquella víspera de Navidad de 1987. Hasta ese día yo asociaba las fiestas decembrinas con los regalos, las comilonas, las visitas de familiares que no siempre se llevaban bien y, claro, las borracheras. Mi idea de Adviento estaba íntimamente ligada con las vacaciones escolares y el trabajo "de esclavo" de limpiar la casa hasta que brillara como espejo, por aquello de las visitas. No se puede decir que la Navidad me llenara de júbilo precisamente. ¿El nacimiento del Salvador? Ah, sí, eso decían en la misa de gallo. Sólo que yo no iba.


Aquel año fue diferente. Acababa de incorporarme al grupo coral de mi parroquia (por conocer muchachas, claro está) y el apostolado social de ese año sería visitar la leprosería de Zoquiapan, en las afueras de la Ciudad de México. Escuchar la palabra lepra me causaba un escalofrío de repulsión y miedo. Afortunadamente aún no cumplía la edad mínima necesaria para poder ir, y por ese motivo no tuve que preocuparme de cómo decir que no. Pero mi Señor tenía otros planes.


Por razones que desconozco, el día que se hizo la lista de los que visitarían la leprosería, el director del grupo me preguntó si yo deseaba ir. Mi razón dijo no, pero de mis labios brotó un inexplicable sí. Lo que es peor, cuando me preguntaron mi edad mentí como un contrabandista para que me incluyeran en el grupo. Todavía hoy, cuando recuerdo ese episodio, sonrío con nostalgia y confío en que Dios haya visto con indulgencia ese pecado.


No recuerdo la hora de partida, pero sí recuerdo que el regreso estaba programado para las 13 horas. Por demoras absurdas (acabamos arrestados en una delegación) a esa hora apenas estábamos poniéndonos en camino. Hoy, cuando recuerdo lo que viví entonces, comprendo que en todo aquello estaba la mano de Dios.


Por fin llegamos. Hospital Pedro López. Cierro los ojos y aún veo las caras pálidas, los ojos espantados de mis compañeros de viaje. Yo mismo me sentía enfermo tan sólo por haber cruzado el portón de la leprosería. ¿Cómo sería ver de frente a un enfermo de lepra? Los antiguos mexica (el poderoso pueblo que habitó el Valle de México antes de la conquista) ya conocían esta enfermedad y le llamaban "ser comido por los dioses". Cuando el director de la comunidad hospitalaria nos llevó a conocer las instalaciones y nos presentó a los primeros enfermos, comprendí que mis antepasados habían sido exactos en su descripción.


Los primeros leprosos que conocí ya no tenían dedos y a uno le faltaba la nariz. Y fue ahí, en esos rostros estragados por la enfermedad, en esas manos truncadas que permanecían a los costados, donde vi por primera vez en mi vida la grandeza de mi Señor. Porque esos enfermos me sonreían, felices de verme sano. "Gracias a Dios que los trajo con bien" dijo el más enfermo de todos, haciendo una pequeña reverencia a modo de saludo. En mi corazón sentí la voz de Jesús que me decía: "Estrecha mi mano lacerada". Cuando lo hice el hielo se rompió y los visitantes empezamos a sentirnos como en casa.


Por lo avanzado de la tarde se hacía necesario abreviar la visita, de modo que fuimos por las cajas de despensa que habíamos reunido para los enfermos. También sacamos nuestros instrumentos y les cantamos la ronda en el atrio de su capilla. Fue cuando uno de ellos nos invitó a la Celebración Eucarística. La noche se nos venía encima y sin embargo no quisimos irnos sin escuchar misa. Yo sabía que en casa me aguardaba el castigo por llegar tarde, pero ya no me importó.


Fue una sorpresa saber que los enfermos tenían su coro, y cantaban bastante bien. El órgano lo tocaba uno de los doctores, pues eran pocos los leprosos que aún tenían dedos. Pero si uno cerraba los ojos bien podría estar escuchando el Coro de la Catedral de México. El sufrimiento, la pena, el egoísmo, la desesperanza, no tenían cabida en esa pequeña capilla cuando Jesús se hacía presente en el pan y el vino. Al darnos la paz todos los enfermos se abrazaron entre ellos y uno, llevado por el impulso, me abrazó fugazmente. Al darse cuenta de lo que había hecho, trató de apartarse pero yo lo estreché con mis brazos y apoyé mi cabeza en su hombro. No quería que se separara de mí.


Durante la comunión todos los asistentes (excepto nosotros los fuereños) entonaron magistralmente el Ave María de Schubert. Mientras escuchaba arrobado, una anciana en silla de ruedas y sin rastro de lepra, se acercó y me tomó la mano. Me acuclillé a su lado y ella posó su mano sobre mi cabeza y me agradeció el gesto que había tenido con su hijo, el enfermo al que había abrazado; luego me bendijo con ternura. Acabando la misa me explicó que ella no estaba enferma, pero que toda su familia la había abandonado al enterarse de la enfermedad de su vástago. Desde entonces ellos vivían juntos en ese oasis de paz y esperanza que era la leprosería.


Ese día aprendí que la cruz es como un hospital de leprosos. La imagen que tenemos de ella es aterradora, nos infunde miedo y repulsión. Es necesario conocerla, explorarla, abrazarla con fuerza, a fin de entender y sentir el amor que fluye en su interior.


No he vuelto a pasar una víspera de Navidad más feliz. Con el pasar de los años abandoné la casa paterna y en mis viajes misioneros más de una vez he pasado la Noche Buena en algún caserío apartado, sin amigos, con sólo tortillas y chiles para mitigar el hambre. Sin embargo, sentado a la mesa como invitado de honor, siempre ha estado mi Señor. Le hacemos presente con nuestras oraciones, nuestros cantos, nuestras risas, nuestro amor. Es entonces cuando comprendo a qué se refería Jesús cuando una vez señaló a los desconocidos que le rodeaban y dijo: "Esa es mi madre y ellos mis hermanos".


En un mundo que ha olvidado el amor de Dios, en donde el aborto y la eutanasia se ven cada vez más como un derecho, donde el hermano mata al hermano, donde el hombre pega a su esposa, donde la juventud se pierde en una vorágine de alcohol y drogas, donde la Navidad subsiste sobre todo por los intereses económicos que mueve, es difícil sentirse alegre por esta fecha tan especial. Sin embargo mi fe y mi esperanza prevalecen, porque siendo un hombre injusto, ególatra, acomodaticio, casi ateo, una Noche Buena mi Señor me estrechó en Sus brazos y Su madre me bendijo. Claro, en la persona de dos desamparados. Pero como le manifestó Dios a San Pablo: "Te basta Mi gracia; Mi fortaleza se manifiesta en tu debilidad".


Hoy, a casi 20 años de mi primer encuentro con Cristo, cada vez que escucho el Ave María de Schubert no puedo evitar que el corazón me salte de júbilo y los ojos se me llenen de lágrimas.



Se abren las puertas del perdón y de la esperanza: es Navidad

 

Por: Querien Vangal

Diciembre / 2010

 

 

El pobre siglo XX comenzó tan ufano, tan orgulloso de sí mismo, con las galas y las fiestas extraordinarias de la Exposición Internacional de París del año 1900, que festejaba la "omnipotencia" de la razón humana y la posibilidad que tenía el hombre de " por el adecuado uso de la razón" llegar a dominar completamente la natu­raleza, al punto de pensar que habría de dominar la propia muerte.

 

Realmente, la ciencia progresó, pero las enfermedades progresaron más aún que la ciencia. Nuevos virus sur­gieron que la ciencia no consigue dominar. Los medios de prolongar la vida de los hombres se desarrollaron. Sin embargo, ¡cuánto más se han desarrollado los medios de destruirla!

 

Si pensamos en la capacidad de matar con la que el siglo XX terminó, si pensamos simplemente en la bomba atómica y en la propagación internacional del Sida, ¡cuánto nos sentimos distantes de las esperanzas vanas y ficticias que marcaron el comienzo alegre y festivo de ese siglo!

 

Dando, no obstante, a la razón humana el tributo que ella merece, en el orden natural, y reconociendo el magnífico don de Dios que es, debemos comprender, sin embargo, que sólo por sí "en el hombre vulnerado por el pecado original" la razón humana es capaz de todos los desatinos y formas de mal uso de los bienes que Dios le concedió.

 

En esta época en que comienza a escribirse ya la historia el siglo XX, el hombre debe comprender que tiene que ser más humilde, más sensato y ponderado, más fuerte en el combate contra sus defectos así como contra todas las formas de mal, y más fuerte en promover, con denuedo, todas las formas de bien.

 

Pero, al mismo tiempo, debe tener en cuenta que sólo alcanzará esas altas metas acercándose de la cuna del Divino Infante, nacido en Belén.

 

* * *

El secreto de la adecuada organización de la vida terrena se encuentra en las palabras que los ángeles cantaron a los pastores maravillados en la noche de Navidad: "Gloria a Dios en lo más alto de los Cielos y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad".

 

Cuando los hombres reconocen la plenitud de todas las perfecciones de Dios y lo glorifican por ello, sus corazones vienen a poseer las buenas disposiciones que les hacen hombres de buena voluntad. El nacimiento de estas disposiciones en sus almas trae el reinado de la paz de Cristo a esta tierra.

 

Debemos pensar en esto, especialmente en estos días, cuando hacia donde nos volvamos encontramos confusión, discordia, odio, voluptuosidad, inmoralidad, falta de honradez y toda clase de males que se multiplican en la humanidad.

 

Si los hombres quisieran volverse hacía Nuestro Señor Jesucristo, tendríamos un mundo muy diferente.

 

Recordemos que la noche de Navidad es una noche de misericordia y de bondad, una noche de perdón y de esperanza. Al lado del pesebre del Niño Jesús está María, cuyas súplicas ante su Divino Hijo son omnipotentes. Ella tiene el corazón de una madre que ama a cada uno de nosotros más que todas las madres del mundo juntas podrían amar a su único hijo y que, por lo tanto, está dispuesta a obtener de su Hijo el perdón de nuestras faltas, la enmienda de nuestros errores y la firme resolución de seguir en todo la Ley de Dios.

 

Pensando en estas verdades, comprendamos sin embargo que por grande que sea el mal, todas las puertas de la esperanza estarán abiertas para nosotros, si nos volvemos hacia el Niño Jesús nacido en Belén. Esta es la consoladora esperanza que la Navidad nos trae.

 

Cuando las campanas de la medianoche anuncien que la Navidad está aquí, cuando los fieles vayan caminado con calma, cuando las familias se reúnan a rezar ante el Pesebre, recordemos esta gran esperanza y, poniendo de lado las aflicciones de la hora presente, intentemos entender las palabras de San Pablo: "Jesús Cristo, es el mismo ayer, hoy y siempre"

 

Este Niño nacido en Belén - el Niño Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad hecho hombre - es el Alfa y el Omega. La primera y la última letra, el principio y el fin de todo. A través de El nos viene todo bien.

 

Arrodillados ante el Santo Pesebre pidámosle todo lo que necesitamos y lo que nos falta. Pidámosle que nos quite todo lo que no deberíamos tener y adquirimos ilegítimamente. Pidámosle, sobretodo, amarlo, comprenderlo y unirnos con El, de modo que cuando El nos llame un día para rendir cuentas por nuestras vidas, podamos mirarle con confianza y verle abrir sus brazos para introducirnos en la eternidad feliz

 

 



¿Por qué cenamos pavo en Nochebuena?

 

Por: Pavo Nurmi

Diciembre / 2010

 

 

Muchas familias lo hacen por años sin saber su significado real. Te invitamos a conocer las diferentes las versiones.

 

Una de las principales tradiciones de la Navidad, además de regalar obsequios a tus seres queridos, es cenar pavo al horno. Y aunque se trata de una actividad muy seguida, son pocos los que saben cuál es su explicación y origen histórico.


Paradójicamente, la religión cristiana hace énfasis en que lo más importante de las tradiciones y costumbres navideñas no es sólo su aspecto exterior, sino su significado interior.


Se debe conocer por qué y para qué se llevan a cabo las tradiciones y costumbres, para así poder vivirlas mejor. Este es un modo de evangelizar, indica la iglesia.


A pesar de ello, con el paso de los años, el alto nivel de consumismo en Navidad, los adornos y el estrés que todo eso conlleva, las personas se olvidaron del verdadero sentido que tiene una cena navideña y disfrutar -como se hace en muchas partes- de un pavo junto a tu familia.


Según se sabe, el tan riquísimo pavo de Navidad habría sido llevado a Europa en el transcurso del primer periodo de los siglos XVI, por Hernán Cortés desde México, pues habría quedado fascinado por su sabor, textura y olor, así como el modo de la preparación por los aztecas. Pero, ¿qué relación tiene todo esto con la Navidad?



La abundancia del niño Jesús


Las familias cristianas se suelen reunir en la noche del 24 de diciembre, víspera de la Navidad, y hacer una cena muy abundante, donde se acostumbra comer pavo y otros platillos propios de la época.


Esta costumbre nació en Europa y simboliza la abundancia que Cristo trae con su llegada a este mundo, la cual se conmemora con un cena especial -tal como lo haría en su despedida con el pasaje bíblico denominado "La Última Cena"-, distinta a la de todos los días.


Se está celebrando, nada más y nada menos que el nacimiento del hijo de Dios.  



La versión consumista


Las versiones más extremistas sobre esta tradición relatan que durante las décadas del 30 y 40 Estados Unidos y Canadá tenían un excedente de pavos para cada Día de Acción de Gracias y Año Nuevo.


Ambos vieron en Latinoamérica un buen mercado para vender estas aves que "sobraban" lo que, con el paso de los años, se trasformaría en un estupendo negocio.


De este modo, no sólo los países de América Latina, sino de muchas otras regiones del mundo se acostumbraron a consumirlos, tal como sucedió con los árboles de navidad, los adornos alusivos a la fecha y la nieve artificial, cuando muchos otros países están en plena época veraniega.



En definitiva, ¿por qué se consume?


Lamentablemente la respuesta no es cristiana, ni totalmente consumista. La verdad es que la historia del pavo en las mesas del 24 de diciembre es algo confusa, pero tiene directa relación con la popularidad nutritiva de esta ave.


El volumen del pavo es mayor que el de cualquier espécimen avícola, por lo cual engorda con más rapidez y a un costo menor que el ganso, por ejemplo, cuyo rendimiento (producción de carne por kilogramo de alimento consumido) es el menor todas las aves.


Cuando la cena de era, indiscutiblemente, el banquete mas importante del año -como ocurría tiempos recientes-, el pavo, cuyo supera los 10 kilogramos, no tenía comparación. Como fuente de carne asada podía consumirse caliente y también frío los días posteriores.

 

 



Niños en venta alrededor del mundo

 

Por; Norma Mendoza Alexandry

Diciembre / 2010

 

Cuando te pregunten: "¿quién es tu madre?" o "¿quién es tu padre?", contesta: "No lo sé, fui fabricado". Lo anterior no es broma ni es extracto de una película de ciencia ficción, es un hecho real, por eso "somos una ciudad de vanguardia", como dijo el jefe de gobierno de la Ciudad de México.


Trasladémonos a otra parte del mundo, a la India, en donde la subrogación de úteros se ha convertido en un negocio global. Hasta allá acuden personas de Europa, Asia y América principalmente, parejas que están imposibilitadas de concebir a sus propios hijos con el objetivo de rentar un útero que haga posible su sueño de obtener un(a) niño(a).

 

Cuando se da paso a la llamada "diversidad" se pierde el sentido de lo familiar y se pasa a crear situaciones alternas, muchas veces inverosímiles. Pongamos un caso que puede ocurrir cuando se pierde la noción de la dignidad y el respeto de la persona. Lo siguiente ocurrió recientemente en India:

 

Manji tiene seis "madres". Ella es una niña saludable que nació pesando 3 kilogramos, vino al mundo en julio de 2008. La primera madre de Manji es una mujer japonesa. Ella y su marido viajaron a la India para hacer arreglos y tener a Manji en la Ciudad de Anand, en el estado de Gujarat, India.

 

Las "madres" segunda y tercera esperaban en la clínica que se especializa en infertilidad. La madre segunda de Manji donó un óvulo, el padre donó su esperma y una tercera madre proveyó el uso de su útero. En noviembre del 2000, Manji ahora un embrión, fue transferida al cuerpo de una mujer hindú en donde comenzó a crecer.

 

Un mes previo a su nacimiento, los japoneses que programaron su procreación se divorciaron.  De pronto, Manji quedó sin madre alguna.

 

En julio siguiente el padre de Manji, Ikufum Yamada, regresó a la India y trajo consigo a su propia madre, esto es, la abuela de Manji. La esposa de Yamada ya no tenía ningún interés y la madre subrogada tampoco, pues ya había parido y entregado al bebé como fue estipulado en el contrato.}

 

Manji entonces conoció a su cuarta madre, quien en realidad era su abuela paterna; ésta daba de comer a la niña y la cargaba, pero lo que no consideró es que India es un lugar caluroso con muchos microbios y a los 10 días de nacida, Manji fue llevada al hospital diagnosticada con diarrea y envenenamiento sanguíneo, esto porque su botella de leche no estaba esterilizada. Si hubiese sido alimentada del pecho de su madre, no se hubiera infectado.

 

Manji es una bebé famosa, los diarios la califican como la "primera huérfana de madre subrogada". Desde que nació el padre estuvo tratando de que se le permitiera llevarse a su hija a Japón.  Como es una bebé famosa, se le asignó una enfermera personal, su madre número cinco, quien es responsable de su cuidado.

 

En el cuarto asignado a Manji hay un reloj de pared y junto, un cuadro de una mujer europea cargando a un niño europeo, debajo de esta figura un letrero en donde se lee: "Hay una madre detrás de un gran hijo". Pronto Manji es presentada a su madre número seis, una hindú que acaba de dar a luz y quien se encargará de alimentarla de su pecho.

 

La abuela de la niña desea llevarla de regreso a Japón, pero ésta no tiene documentos ni tampoco una nacionalidad. En su acta de nacimiento, bajo el nombre de la madre se lee: "no acreditada", y abajo, una nota: "el óvulo fue obtenido de una donadora anónima… y el nombre de ésta no debe ser declarado".

 

El caso de Manji, además de ser complicado se hizo público.  Una niña sin madre, sin país, sin cariño, sin identidad, en una palabra: una niña fabricada, eso sí, con madres artificiales.

La India es el país con oportunidades ilimitadas para personas que no pueden gestar a sus propios hijos. Allí los doctores hablan inglés y están dispuestos a ayudar a homosexuales israelíes o a lesbianas irlandesas a que se "conviertan" en padres y, además, les sale barata la adquisición, de 2 mil a 3 mil dólares.

 

En la clínica Rama en algún lugar de la India, 600 veces al año el personal del laboratorio intenta crear vida en un recipiente denominado "petri".

 

En Estados Unidos, aunque el costo para quienes intentan la paternidad por medio de la renta de un útero oscila entre 40 mil y 120 mil dólares, incluyendo gastos médicos y legales,  la demanda por el alquiler de úteros es mayor que la oferta. 

 

Una gran cantidad de estas mujeres que rentan su útero son esposas de militares quienes con el dinero ofrecido complementan el ingreso familiar, algunas mientras sus esposos están fuera del país. Éstas se han incrementado a partir de la invasión a Irak en 2003.  La Sociedad para la Tecnología de Reproducción Asistida reporta que el año pasado hubo mil nacimientos por subrogación en EU.

 

Un equipo de expertos del Consejo de Ciencia de Japón que ha debatido el tema durante más de un año a petición del gobierno, sostiene que los nacimientos de madres de alquiler plantean riesgos para la salud tanto de las madres como de los hijos.

 

Asimismo, la columnista Ellen Goodman también expresaba su preocupación en un artículo del "Boston Globe" el 11 de octubre y decía que le preocupaban las madres que rentan su útero, por lo que una persona se convierte en un mero producto a comercializar en los mercados internacionales.

 

"No podemos, por ejemplo, vendernos a nosotros mismos en esclavitud", comentaba,  "no podemos vender a nuestros hijos, pero el negocio de las madres de alquiler se acerca peligrosamente a estas dos cosas".

 

Aunado a lo anterior, los riesgos sanitarios se explicaban en un artículo de "Life News" el pasado 3 de marzo, en él, Jennifer Lahl presidenta de Bioethics and Culture Network  mencionó algunos de los riesgos para mujeres que donan sus óvulos; estos incluyen: infarto, infecciones, cáncer y pérdida de la futura fertilidad. 

 

También sostenía que la donación de un óvulo no es lo mismo que la donación de un órgano, pues en este segundo caso el donante asume riesgos para salvar a un enfermo o moribundo. En contraste, la receptora de un óvulo no está enferma, sino que está comprando un producto.

 

El año pasado, en una conferencia sobre fertilidad, la maestra Naomi Pfeffer advertía que las mujeres de países pobres están siendo explotadas en una especie de prostitución por los occidentales que están desesperados por tener hijos, informaba a "The Times" el 19 de septiembre.

 

"La relación de intercambio es análoga a la de un cliente y una prostituta", afirmaba. "Es una situación única porque es el único ejemplo en el que una mujer explota el cuerpo de otra mujer", comentaba Pfeffer. 

 

Las clínicas de fertilidad demuestran la falta de respeto a los hombres y mujeres jóvenes cuando los tratan como mercancías, al ofrecerles sumas de dinero por ser donantes de esperma u óvulos con trazos intelectuales, físicos o personales específicos.

 

Y ¿qué pasa con el niño concebido de esta manera?  Margaret R. Brown, una joven estudiante de biología engendrada in Vitro  con el aporte de un donante anónimo en EU, declara: "Tengo un sueño recurrente: me veo flotando en medio de la oscuridad mientras giro cada vez más rápido en una región sin nombre, fuera del tiempo, casi no terrenal. Me angustio y quiero poner los pies en el suelo, pero no hay nada sobre lo que plantar los pies. Soy una persona engendrada por inseminación artificial con esperma de donante y nunca conoceré la mitad de mi identidad.

 

"Se me plantean miles de preguntas: ¿de quién son los ojos que tengo? ¿Quién puso en la cabeza de mi familia que mis raíces biológicas no importaban? No se puede negar a nadie el derecho de conocer sus orígenes biológicos".

 

Para Margaret el problema radica en que "la inseminación artificial responde al interés de la intimidad de los 'padres' y del médico, en vez de al interés del niño… Pero un hijo no es una mercancía ni una propiedad, es una persona que tiene sus propios derechos".

 

La maternidad sustitutiva o de vientre subrogado representa una falta objetiva contra las obligaciones del amor materno, de la fidelidad conyugal y de la maternidad responsable; ofende la dignidad y el derecho del hijo a ser concebido, gestado, traído al mundo y educado por sus propios padres; instaura, en detrimento de la familia, una división entre los elementos físico, psíquico y moral que la constituyen. En una palabra, se instrumentaliza a los niños. 

 

Habría que contestar con honestidad la siguiente pregunta: ¿Es moralmente lícita la maternidad sustitutiva o de vientre subrogado.

 

 

 



Navidad es aceptar al niño Jesús, aceptar la vida

 

Por: Querien Vangal

Diciembre / 2010



1.- Hemos llegado al IV Domingo de Adviento. Nuestro camino ha sido dar el primer paso de la Vigilancia, afianzar nuestra Esperanza, escuchar la Voz que clama en el desierto. Este cuarto Domingo nos ofrece un anticipo de la Navidad, que es Misterio de Vida, de Nuevo Nacimiento, de Encarnación de Dios y de respuesta del hombre.


2. Textos.


ORACION: Padre, por la gracia de la fe hemos conocido la encarnación de tu Hijo; ayúdanos a aceptar su Pasión para participar de su Resurrección.


II 5AMUEL 7, 1 ss: David, el pequeño pastor ha defendido, unificado y organizado al pueblo de Dios. Ya vive en palacios y desea construir un templo al Señor. El Señor no se lo permite .Pero el Señor le ofrece su protección, una dinastía, un descendiente y heredero del Reino que durará para siempre.


SALMO 88, Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.


ROMANOS 16, 25- 27, El Padre nos revela su plan, antes oculto desde el principio del mundo, ahora manifestado a todas las naciones: REUNIR A TODOS EN LA FE DE ]ESUCRISTO, NUESTRO SALVADOR, POR EL CUAL DAMOS GLORIA AL PADRE.


LUCAS, 1 26-30, El Arcángel Gabriel saluda a María: "ALÉGRATE -LLENA DE GRACIA -EL SENOR ESTA CONTIGO". María se extraña de tal saludo. Gabriel la anima "NO TEMAS - HAS HALIADO GRACIA DELANTE DE DIOS?, VAS A CONCEBIR Y A DAR A LUZ UN HIJO LE PONDRAS POR NOMBRE JESUS...
María sinceramente expone una dificultad: ¿COMO PUEDO SER MADRE, SI YO SOY VIRGEN?. Gabriel explica: PARA DIOS NO HAY NADA IMPOSIBLE ? EL ESPIRITU SANTO TE PROTEGERA - SERAS MADRE Y PERMANECERAS VIRGEN -Te doy un a prueba: tu anciana y estéril prima Isabel, ya va en el sexto mes de embarazo. María cree, obedece y acepta: "FIAT -YO SOY LA ESCLAVA DEL SEÑOR, HAGASE EN MI SEGUN TU PALABRA"


3.Estos textos ¿Qué tipo de Dios nos presentan?, ¿Cómo es su actuar con los hombres?


A) Es el Dios de la Historia, el Dios de la Vida, el Dios presente en la existencia de David, el muchachito simpático y desconocido, el pastor limpio y valiente, a quien el Señor reafirma como creyente, constituye como caudillo del pueblo; lo asiste en las empresas más difíciles, lo lleva a la victoria; le perdona su debilidad y su pecado; le concede ser el constructor y organizador del pueblo; un gran hombre de Estado. No le permite construir el templo. Pero le promete protegerlo dándole un descendiente y un heredero del Reino que no tendrá fin.


B) María de Nazareth: mujer sencilla, pobre, creyente, humilde, esposa fiel, sincera: llena de confianza expone su dificultad, ¿cómo ser virgen y madre?. El Señor ha escogido a María, la ha hecho Inmaculada, Santa, Virgen y Madre. La asiste de manera especial para que tenga fe y acepte a su Hijo, Cristo Jesús, fruto bendito de su vientre. Sea la cooperadora más cercana en su obra. María da su consentimiento libre y consciente: "FIAT" "HAGASE" María tiene fe: acepta al Dios de la Historia y coopera gustosa con Él.


C) El Dios de la Historia es el Creador y Padre de todos, confía en sus criaturas, dialoga con ellas, les da seguridad, les deja su propia responsabilidad. Espera que sus hijos sean sus colaboradores en toda la Obra de la Vida. Con toda razón R. Tagore decía: "Cada niño que viene al mundo nos trae el mensaje de que Dios todavía no ha perdido la esperanza en los hombres". Efectivamente el Misterio de la Navidad resalta que Dios ve en el ser humano los valores que le infundió en la creación y por la encarnación, haciendo que el HIJO ETERNO SEA VERDADERO HOMBRE, quiere dar la salvación, la vida plena, a todos los humanos que libremente la acepten. Es el glorioso intercambio de que nos habla San Irineo: "Dios se hace hombre para que los hombres se hagan Dios".

D) Plenamente convencido de la Misericordia de Dios proclamada en estos textos, me permito expresar a todos mis hermanos de Cuernavaca y de México mis deseos de Navidad:


¡FELIZ NAVIDAD!


¡ JESUCRISTO ES LA NAVIDAD ¡


¡ SIN JESUCRISTO NO HAY NAVIDAD!


1. Nuestro Dios es el Dios Vivo, el Dios de la Vida.


2.- La persona humana es imagen y semejanza de Dios. Nunca puede reducirse a cosa.


3. Jesucristo nos ha revelado: "Yo he venido para que tenga Vida y la tengan en abundancia"


4. Jesucristo es el Evangelio de la Vida. Este Evangelio nos invita y nos dice a cada uno:


a) Agradece la Vida.

b) Cultiva la Vida

c) Defiende la Vida

d) Celebra la Vida

e) Proclama la Vida.


5. Como personas responsables decimos NO a la clonación reproductiva


6. Como personas responsables decimos NO a la clonación terapéutica.


7. Como personas responsables decimos SI a la protección del genoma humano y del embrión humano.


8. La Iglesia nos enseña que nunca deben enfrentarse la razón y la fe: "Pues la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad"

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9. Decimos SI al progreso científico con Ética, con Moral


10. Decimos SI a las inversiones a favor de la persona. Nunca contra la persona, contra su dignidad, contra sus derechos.


11. Todos los Países civilizados dicen NO a la clonación en cualquiera de sus formas. México no puede ser el País de la maquila, de la manipulación del genoma, del embrión humano.


12. Bienvenidas las acciones científicas que NO atenten contra la vida, ni contra la dignidad de la persona, contra sus derechos.


13. Como personas responsables decimos NO al imperativo tecnológico: "Hay que aceptar lo que es técnicamente posible". Es necesaria la Etica, la Moral.


14. El individuo no está en función de la especie: esto sería dictadura.


15. El valor de la persona es radical. Este principio lo aceptan todos los hombres de buena voluntad, desde luego los cristianos.


16.No sólo se debe preguntar ¿QUÉ es el genoma, QUÉ es el embrión humano, sino fundamentalmente ¿ QUIÉN ES EL GENOMA, QUIÉN ES EL EMBRION HUMANO?.


17.Hay dos células fundamentales: el ovocito y el espermatozoo que dan origen a un nuevo individuo, distinto del padre y de la madre.


18. El embrión humano es un individuo humano desde la concepción.


19. El genoma humano, unico e irrepetible, presente al momento de la concepción ya es una persona con todos sus derechos, sobre todo con el primer derecho: EI DERECHO A LA VIDA.


20. El principio anterior lo reconoce la Suprema Corte de la Nación, basada en el artículo 14 de nuestra Constitución.


Que María, la Madre del Niño, la que anunció en México al Dios por quien se vive, nos acompañe y ayude a vivir esta Navidad


JESUCRISTO AYER HOY Y SIEMPRE



Navidad en el asilo

 

Una historia de la vida real, platicada por la protagonista

 

Esta historia sucedió en una capital centroamericana, donde mi esposo trabajaba como diplomático. Faltaba una semana para la Navidad y la Asociación de esposas de los diplomáticos había proyectado una fiesta de Navidad en el asilo de ancianos. En mi calidad de secretaria, tuve que telefonear a todas las asociadas para pedirles que prepararan algún plato y fueran a atender personalmente a los ancianos. La mayoría contestaba que encantada prepararía un pastel, pero que no tenían tiempo para asistir a la fiesta.

 

Me molestó constatar que tan solo ocho de treinta y cinco asociadas dijeron que vendrían a ayudar ¡y tenemos que servir a casi doscientos ancianos!

 

El día de la fiesta llegué al asilo a tiempo y Gladys la presidenta de la asociación ya se encontraba tras la larga mesa en la que cada una iba dejando su torta. La esposa del embajador americano estaba preparando el ponche y cortando pasteles. Las pocas señoras que se habían comprometido a ayudar colocaban los adornos de Navidad, organizaban las sillas y realizaban los diversos trabajitos necesarios para poner en marcha la fiesta.

 

Qué lástima. Habría deseado que más señoras hubieran querido ayudar.

 

-- ¿Por dónde quieres que empiece? La cálida sonrisa de Gladys casi borró mi resentimiento. Me pidió que les llevara la merienda a los ancianos que no podían salir de su cuarto.

 

Cómo no; dije agarrando una bandeja. ¡Será mejor que comience pronto, pues voy a tardar un siglo en servirles a todos!

 

Empezó la música y no sé quién se puso a cantar villancicos con los ancianos, que estaban todos reunidos en el inmenso patio del establecimiento. Yo no tenía tiempo de escuchar ni disfrutar las canciones.

 

Me pasé la tarde corriendo de un lado a otro, llevando pasteles y ponche, sin mirar casi ni de reojo a los pacientes que servía. A cada uno le daba además una bolsa de caramelos y un regalo. Recorrí todas las alas del edificio, me dolían las piernas de subir las escaleras. Una de las tantas veces que subí, una viejita que llevaba un vestido estampado, rasgado y desteñido me tocó el brazo y me dijo tímidamente:

 

Perdone, señorita. ¿Tendría la bondad de cambiarme el regalo?

 

Me volví hacia ella irritada y repliqué: ¿Cambiarle el regalo? ¿Por qué? ¿Es que le tocó uno de hombre?

 

No, no... dijo vacilante. Es que me tocaron perlas. Las perlas representan lágrimas y yo ya no quiero más lágrimas.

 

Pensé: ¡Qué superstición más tonta! ¡Hay que ver cómo está el mundo! ¡Deberían agradecer cualquier cosa que les dieran!

 

Lo siento. Ahora estoy muy atareada. A lo mejor después se lo puedo cambiar.

 

Me fui corriendo para llenar otra vez la bandeja y me olvidé al instante de la señora.

 

Con la bandeja llena de tortas llegué corriendo a la sección de mujeres, en la planta baja. Abrí la puerta del cuarto A-14 apoyándome de espaldas y una vez dentro, di la vuelta; cuando vi lo que había allí, me estremecí de tal modo que la bandeja me empezó a temblar en mis manos. ¡En aquel cuarto feo y deslucido, acostada en un camastro de sábanas grises y con un camisón raído, estaba mi madre!

 

¿Mamá? ¡No puede ser! ¡Mamá está muerta! y de estar viva, no se encontraría en un lugar así. Se trataba de un asilo para ancianos sin familia, gente pobre y enferma que no tenía donde estar ni quien la cuidara.

 

No podía ser; los ojos me estaban haciendo una jugarreta. Cuando volví a abrirlos pude ver mejor a la mujer demacrada que ocupaba el cuarto. No era mi madre, sino una viejita de cabello gris y ojos azules, que ni se parecía mucho a ella.

 

¿Qué me habría pasado que pensé que esa pobre mujer era mi madre? Sería la madre de otro, no la mía. Entonces, ¿por qué no me sentí aliviada? Todo lo contrario, me embargó un dolor inmenso y se me hizo un nudo en la garganta.

 

Sin pronunciar palabra, volví a salir justo a tiempo para que no me viera llorar. Por el oscuro pasillo retorné a la mesa en la que se encontraba Gladis trabajando, muy animada. Se me debía de notar lo mal que me sentía, porque su expresión cambió en cuanto me vio y me dijo:

 

¿Qué te pasa, Betty? me preguntó, rodeándome con el brazo.

 

Es que vi a mi madre... dije sollozando. ¡Acabo de ver a mi madre allí en un cuarto! No puedo seguir.

 

Lo que te pasa es que estás agotada. Tómate un descanso.

 

Varias personas que se encontraban por allí cerca empezaron a mirarme. Agarré una servilleta y me fui corriendo para que no me vieran llorar.

 

Me dirigí a un descansillo de la escalera del ala masculina, donde no había luz y me senté en el rincón, sollozando. Señor recé, ¿qué me pasa? ¿Me estoy volviendo loca?, y casi al instante oí Su respuesta, que no me llegó con palabras audibles sino en mis pensamientos: «Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres... y no tengo amor, de nada me sirve.»

(1Cor.13:3)

 

Caí en la cuenta de que esas palabras iban sin duda alguna dirigidas a mí. Ese día yo había preparado tortas, caminado kilómetros, llevado comida a muchas personas, pero, ¿para qué? ¿A quién había estado sirviendo? ¿A quién había tratado con cariño? ¡Ni siquiera me había molestado en mirar a nadie!

 

Los ancianos no significaban nada para mí, ni veía sus rostros... hasta que vi en alguien que sufría el rostro amado de mi madre. Entonces cobraron vida para mí los ancianos.

 

Perdóname, Señor dije en voz baja. Lo he hecho todo al revés. Tengo que volver a empezar.

 

Respiré profundamente, me enjugué las lágrimas y volví a la mesa de los pasteles. Gladys me miró desde donde estaba ocupada y me dijo:

 

Ya has hecho bastante por hoy, Betty. ¿Por qué no te vas a casa a descansar? A partir de ahora nos las podremos arreglar con las que estamos.

 

No me pidas que me vaya le respondí. En realidad recién voy a empezar como debe ser. Cuando estaba a punto de irme cargando otra bandeja, de pronto me acordé: Gladys, ¿tienes otro regalo para señoras? Tengo que cambiar uno. Ella me pasó una cajita que contenía un broche de piedras rojas con forma de corazón.

 

Gracias, es ideal le dije, agarrándola y alejándome deprisa hacia el patio.

 

Haz que encuentre a esa mujer, oré para mis adentros. Ni me había molestado en mirarle la cara. Había estado demasiado ocupada para prestarle alguna atención y pasé de largo, como hicieron el levita y el sacerdote en la historia del buen samaritano. Busqué entre todos los ancianos, de fila en fila. A todos se les veía contentos, cantando villancicos mientras resonaba la música. Por primera vez en todo el día me empecé a sentir feliz.

 

Entonces vi el andrajoso vestido estampado. La señora estaba sentada contra la pared, sola, teniendo en su regazo los caramelos sin desenvolver y las perlas. Se veía muy triste y desdichada. Me acerqué corriendo. La busqué por todas partes. Tome, le traje un regalo diferente. Alzó la vista sorprendida y luego, casi como quien pide perdón, agarró la caja y la abrió. Los ojos se le iluminaron como un árbol de Navidad y sonrió de oreja a oreja encantada. Muchas gracias, señorita exclamó es muy bonito. De nuevo se me hizo un nudo en la garganta, pero esta vez no me importó.

 

Deje que se lo coloque le dije. Y déme esas perlas, que ninguna falta nos hacen las lágrimas en Navidad. Cuando me fui, la dejé cantando en el patio con los demás y me dio la impresión de que se me quitaba un peso tremendo de encima.

 

Sólo me quedaba una cosa por hacer antes del fin de la fiesta: volver al cuarto A-14. De alguna forma tenía que darle las gracias a aquella paciente, pero no sabía cómo. Cuando empujé la puerta, me encontré a la señora sentada en

La cama, comiéndose la torta y cuando entré sonrió.

 

Feliz Navidad, mamita le dije.

 

Qué bueno que haya vuelto me contestó. Quería darles las gracias a todas las señoras por venir y hacernos la fiesta. Me gustaría hacerle un regalo, pero no tengo nada que le pueda dar. ¿Le puedo cantar una canción?

 

Ya no me podía contener más y asentí con la cabeza. Me senté en la cama mientras ella me interpretó, con voz chillona, tres estrofas de una canción de lo más triste y de lo menos navideña que he oído en la vida. Pero el resplandor de sus ojos pudo más que la letra y dejó bien claro el mensaje de la Navidad.