martes, 24 de enero de 2012

Dos cuadros, dos mentalidades, dos doctrinas

Por: Querien Vangal





Haga el lector un ejercicio de imaginación, y suponga que le sea posible regresar a los tiempos de Cristo, y visitar la habitación modesta donde vivía la Sagrada Familia en Nazaret. Al entrar, usted encuentra a la Virgen jugando con el Niño; y que dichas personas





Virgen de Rouault



fuesen exactamente como Rouault (siglo XX) los imaginó en el cuadro que reproducimos a su izquierda.



¿Esa imagen colmaría su expectativa? ¿Corresponde a lo que se debería esperar de la Madre de Dios, y del propio Verbo Encarnado? ¿Encontraría en esas figuras un reflejo auténtico del espíritu cristiano, de las virtudes inefables de Jesús y María? Evidentemente no.



Por lo tanto, quien se empeñe en que el arte cristiano refleje de modo digno y apropiado el espíritu de los Evangelios y de la Iglesia, no puede ser indiferente a





Virgen y el Niño Maitre de Moulins



que cuadros de este género se generalicen entre los fieles.



¿Qué terminará pensando y sintiendo sobre la Sagrada Familia un pueblo que tenga frente a sí obras pictóricas o escultóricas de este jaez? El arte cristiano tiene la misión de auxiliar dentro de sus posibilidades peculiares la difusión de la sana doctrina, y no se puede considerar que el espíritu de este cuadro sea propicio para dicho fin.





No hay comentarios:

Publicar un comentario