Por: Norma Mendoza Alexandry
Octubre / 2010
Es un hecho que bases de datos y estudios serios en ramas sociales han demostrado una y otra vez que en términos generales, las familias que son conocidas como "intactas" de padre y madre casados, siempre proveen a los infantes de mayor bienestar, felicidad, mejor salud, oportunidades educativas y mayor estabilidad que cualquier otro arreglo.
Incluido en esto hay un aspecto importante que en muchas ocasiones no es totalmente visible, consistente en los beneficios espirituales: las familias que rezan juntas, tienden a permanecer unidas y trasmitir a las futuras generaciones más beneficios y bases de principios morales sobre los cuales debe fundamentarse una sociedad fuerte.
En la última década se han extendido las investigaciones sobre los efectos de la práctica religiosa. Hoy abarca áreas tales como la salud, superación de adicciones, reducción de la criminalidad, rehabilitación de infractores de la ley, etcétera.
Una de las investigaciones realizadas por el Doctor P. Fagan1 otorga resultados sorprendentes sobre la práctica religiosa, la cual trae consigo efectos benéficos para el éxito educativo de los niños, que incluyen:
· Promedio de aptitud más altos.
· Otorgan más tiempo a sus tareas escolares.
· Un efecto positivo en no dejar sus estudios.
Este efecto es aún mayor para los niños de familias de bajos ingresos, debido a que la religión es una de aquellas instituciones en las que los pobres tienen acceso abierto y es confiable.
En la práctica religiosa en casa y los logros educativos escolares descansa el resultado que muestra la manera en que la práctica religiosa influye en el desempeño educativo. Éste incluye valores interiorizados y normas, hábitos constantes de trabajo, altas expectativas personales y bajas tasas de comportamientos riesgosos.
Las familias que comparten intereses religiosos y padres que tienen matrimonios estables, inculcan estos valores y expectativas a sus hijos.
Una excepción a estos resultados positivos consiste en aquellos grupos de tendencia religiosa fundamentalista, que tienden a considerar la educación como negativa para las convicciones religiosas estudiantiles y a menudo se oponen a la educación superior.
Las políticas públicas en general deberían interesarse en que uno de los efectos más importantes de la práctica religiosa es el logro educativo. La educación es ampliamente considerada como un medio para mantener el bienestar de aquéllos que pertenecen a la clase media. Es también un arma poderosa para extraer a los individuos de la pobreza.
Como resultado, las naciones han desarrollado estrategias educativas de largo plazo como parte integral de su desarrollo económico. Los estudios elaborados en este aspecto, tienden a explicar que si la práctica religiosa tuviese un efecto significativamente positivo en la educación, por tanto, ésta tendría profunda implicación para las economías mundiales y las sociedades.
En estos estudios, la influencia de la práctica religiosa en los resultados educativos consiste de dos partes. La primera examina los efectos de la práctica religiosa en el desempeño educativo. La segunda clasifica las maneras por las cuales la práctica religiosa logra estos efectos.
Estas maneras o caminos incluyen la dinámica interna del niño (control interno, expectativas de sí mismo, disciplina, hábitos y esfuerzo de trabajo), la vida marital de sus padres y la vida familiar que forman juntos (estabilidad matrimonial y satisfacción familiar, ingreso familiar y expectativas de los padres), actividades eclesiales (oración en congregaciones, redes sociales y actividades extracurriculares de organizaciones afiliadas a la Iglesia) y dinámicas tales como religión étnica para migrantes o la protección que ofrece la religión contra comportamientos riesgosos que frenan el avance educativo.
Los estudios también analizan algunos de los efectos que ciertos tipos de prácticas religiosas pueden tener en el logro educativo. Estos efectos se manifiestan a menudo en áreas marginales de población y pueden ser significativamente negativos.
Como es bien sabido, la familia natural en la que una madre y un padre crían a los hijos que concibieron, está reflejada en la familia intacta de padres casados o "familia tradicional". Esta familia en principio está basada en el amor, la lealtad y la entrega. Otras estructuras familiares (excepto la del adulto viudo), son hogares basados en el rechazo personal o ambivalencia hacia la entrega o el compromiso, o "cultura del rechazo y alienación".
Por ejemplo, en la familia de padres siempre solteros, un padre rechaza casarse y darle al niño una familia de padre y madre casados en la que pueda crecer. La familia de un solo padre o madre divorciado ocurre después de un profundo rechazo de los padres entre sí; el rechazo de una esposa previa es la condición común sobre la que se basan familias re-hechas.
En hogares de padre/madre solteros que cohabitan, el uno ha rechazado a la madre natural del hijo y ambos adultos que cohabitan son ambivalentes en cuanto a una relación de largo plazo. Los actos deliberados de ambivalencia y rechazo que descansan en la raíz de estas estructuras familiares, traen profundas consecuencias para todos los involucrados.
Aunado a lo anterior, cuando ninguno de los padres reza, la tasa de virginidad de sus hijos es mínima. Cuando una madre lo hace pero el padre no, la tasa es mayor. Cuando el padre rinde culto pero la madre no, la tasa de virginidad es aún más alta. Cuando ambos, padre y madre, rezan, los hijos muestran la mayor capacidad para permanecer célibes hasta el matrimonio.
Datos de la "National Longitudinal Survey of Youth, USA" muestran la relación entre la asistencia a servicios religiosos y la estructura familiar en hombres jóvenes y su nivel de ingresos en edades de 30 años.
Hombres jóvenes en el nivel más bajo de ingresos provenían de familias rotas que nunca rezaban. El nivel más alto de ingresos consistía en hombres jóvenes que fueron criados en familias intactas que asistían a servicios religiosos semanalmente.
Estas investigaciones coinciden con otras, una de ellas fue conducida en el año 1980 por el economista laboral Richard Freeman, de la Universidad de Harvard. Él encontró que niños que lograban superarse en la edad adulta, de un ambiente de pobreza en su barrio (la mayoría proveniente de familias de padres solteros), habían crecido en un ambiente en el cual había culto religioso semanal.
De todos los factores base que ayudaron a los individuos a salir de la pobreza (aparte de otras influencias), Freeman encontró que el más poderoso fue el culto religioso continuo semanal.
Hablando en términos sociológicos, es interesante notar que establecer una relación con Dios se traducirá en creciente fuerza interior, que se hace evidente en comportamientos externos. En la jerga de los científicos sociales, los datos obtenidos muestran que el culto a Dios en general es fuente de fortaleza personal, de capacidad interpersonal y un facilitador de cohesión social, o como a los economistas les gusta llamarlo: capital social.
Cuando un matrimonio intacto y el culto religioso regular son combinados, se incrementa el capital social y los beneficios para los niños, los adultos y la nación se multiplican.
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