26 de Mayo de 2010
"Cuando la noche es más oscura
la aurora está próxima"
¿Por qué teniendo tanto, avanza tan poco? Oaxaca es una tierra privilegiada y cuna de culturas precolombinas de inmensa riqueza, la mixteca y la zapoteca. Oaxaca, paraíso con clima, bosques y playas incomparables; que tiene a su ciudad capital como una joya de la cultura colonial y nombrada por la UNESCO como patrimonio cultural de la humanidad; cuenta con fuentes de energía renovable, como la eólica por los fuertes vientos de la zona conocida como La Ventosa, capaz de generar energía a bajo costo (cuyo aprovechamiento ya se inició); vértice del punto más cercano en América del Norte que pudiera unir con imaginación y creatividad, a través del Istmo de Tehuantepec, a los dos océanos más grandes del planeta; dispone de todo el potencial turístico, tanto tradicional como ecológico que desearían tener en otras regiones del mundo; tiene tantas y tantas cosas..., y sin embargo no avanza, no progresa; al visitarla, queda la sensación de que retrocede.
Mi madre era oaxaqueña y me transmitió su amor por esta tierra. Mucho me platicó sobre su vida de niña y de jovencita en esa región privilegiada; me habló de su contacto con los indígenas -a los que llegó a amar profundamente-, y con las joyas escondidas de todo el Estado. Una visita guiada a las ruinas de Monte Albán o a las de Mitla constituye una experiencia inolvidable; visitar la iglesia de Santo Domingo es un deleite; abrazar el árbol de Tule y disfrutar de su energía, es toda una experiencia. Benito Juárez y Porfirio Díaz fueron indígenas que partiendo de la nada llegaron hasta la cúspide. Toledo, un pintor oaxaqueño excepcional, es indígena también, y no podemos olvidar a ese gran pensador mexicano, José Vasconcelos, quien fue toda una institución en materia de educación.
Descansaba hace unos días con mi mujer, disfrutando en la plaza principal de una deliciosa taza de chocolate de molinillo con espuma de colores mientras veíamos pasar a Oaxaca; una plaza llena de vida, con árboles centenarios, su catedral majestuosa, y su gente: unos zapotecas muy dignos sentados por allí; caminando por allá unos mestizos -como nosotros-; muchos turistas con sus fachas a cuestas; pero vi también a un gran número de indígenas arrastrando su pobreza. Niñas de no más de cuatro años, solas, vendiendo baratijas a precios ridículos y por otro lado madres indígenas quienes apenas balbucean el español.
Si la calidad de la educación en todo México, de acuerdo a la prueba ENLACE, es lamentable, en Oaxaca se llega al colmo. Ocupa el penúltimo lugar en esta materia, sólo antes de Michoacán, y los maestros han rechazado la evaluación de su desempeño a través de esa prueba nacional ¿Por qué será? La Sección XXII del magisterio está constantemente en huelga y de forma irresponsable deja sin asistir a las aulas a cientos de miles de niños ¿Dónde están los padres de familia? ¿Se conforman con observar pacientemente la forma en que otros dañan a sus hijos, su tesoro más preciado? Por cada maestro hay cuarenta, cincuenta, o cien padres de familia ¿No tendrán nada qué hacer o qué decir?
El reciente caso de la comunidad de los Triquis tiene un significado mucho mayor al que nos imaginamos. Dos personas son asesinadas al entrar dentro de ese territorio indígena, uno de ellos finlandés, lo que hace que la noticia de la vuelta al mundo en unas cuantas horas y que organizaciones defensoras de los derechos humanos protesten enérgicamente; no obstante, ese episodio es sólo la punta del iceberg. Adentrándonos en el problema, vemos que se trata de una comunidad indígena, autónoma, lo que la convierte en un Estado dentro del propio Estado; con usos y costumbres en donde la mujer no cuenta; con sus propios jueces y sus leyes; con sus brutales enfrentamientos entre tres grupos políticos que se disputan el poder interno, capaces de matar a sus contrincantes sin que la justicia pueda intervenir. Cierto, un extranjero murió y ahora es noticia, pero antes debió haber sido noticia el asesinato de hombres, mujeres y niños ¡Usos y costumbres!, dicen. Al momento de escribir esta nota me entero de que el día de ayer, en esa misma zona, asesinaron a un líder de uno de los movimientos en conflicto y a su esposa, dejando en la orfandad a cinco menores de edad.
Malos gobernantes han caracterizado a Oaxaca, lo mismo un Murat que un Ulises Ruiz, que otros exgobernadores que ahora apoyan a la oposición. Caciques como los de antaño, que representan, al extremo, ese fenómeno que se ha apoderado de nuestro país: El monárquico poder de los gobernadores, que más parecen virreyes ¿Por qué? Porque el omnímodo poder presidencial que privó hasta el año 2000, ha desaparecido a nivel nacional, pero se ha trasladado a esos gobernadores-reyezuelos, quienes concentran el poder en su puño y transforman a los ciudadanos en sus súbditos. Un cacique se mantiene en el poder, decía el Presidente López Mateos en relación con Gonzalo N. Santos, dueño y señor de San Luis Potosí en aquellos tiempos, hasta que la sociedad lo rechaza y los potosinos lo rechazaron.
Ulises, Murat, exgobernadores, los APPOS, los maestros de la Sección XXII, los cacicazgos Triquis, los… y mientras tanto, la pobreza se enseñorea en Oaxaca. ¿Y la sociedad? Bien montada en el cuerno de la abundancia, y extendiendo la mano para pedir apoyo a su gobierno.
Una elección conflictiva está a la vuelta de la esquina. La sociedad oaxaqueña, dividida, observa con gran recelo todo el proceso. Estamos viviendo una democracia sin demócratas en donde las peores prácticas de nuestro viejo sistema autoritario siguen en pie.
Decía George Bernard Show, brillante dramaturgo irlandés "La democracia sustituye las designaciones que efectúa una minoría corrompida por las elecciones que efectúa una mayoría competente."
¿Será?
*Presidente de Sociedad en Movimiento