jueves, 17 de febrero de 2011

Marcial Maciel: «Una figura enigmática» para Benedicto XVI


El Papa se encuentra ante dos piezas de un rompecabezas que no cuadran entre sí.


Por: Lucrecia Rego de Planas

Fuente: Catholic.net

 

Las cosas que han sucedido en la Legión de Cristo desde hace dos años, no terminan de cuadrar en el privilegiadísimo cerebro de Joseph Ratzinger, hoy jefe Supremo de la Iglesia católica.


Hay algo absolutamente contradictorio en el asunto. Y él, con su mente aguda y luminosa, acostumbrado a hallar siempre la concordancia perfecta entre la fe y la razón, no ha podido encontrar la explicación.


Lo expresa consternado en su última entrevista, plasmada en el libro "La luz del mundo". Cuando Seewald le pregunta acerca del caso Maciel, él responde:


"Para mí, Marcial Maciel sigue siendo una figura enigmática."


¡Pobre Papa! Por un lado, alguien de su absoluta confianza (no sabemos quién) le muestra en el año 2000 (no antes) "testimonios inequívocos" (no sabemos de quién) de que Marcial Maciel tuvo "una vida de aventuras, disipada, extraviada".

Para su mente racional y extraordinariamente lúcida, el silogismo era obvio: Si el árbol está podrido, los frutos lo estarán también.


Jesucristo lo ha dicho con absoluta certeza: "Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? No hay árbol bueno que pueda dar frutos malos, ni árbol malo que pueda dar frutos buenos. " (Mt 15,20)


Y el mismo Card. Ratzinger, siendo aún prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, lo había afirmado con total convicción cuando Seewald le preguntó, en el 2002, acerca de la manera de distinguir a los falsos profetas (esta entrevista está publicada en el libro "Dios y el mundo"). El cardenal, en ese momento, responde sin dudar: "¿Qué frutos produce él y su círculo? Analiza esto y verás a qué conduce." […] "Los frutos son la norma y esto es válido siempre"


"Esto es válido siempre" es una afirmación seria y contundente (y aún más cuando es dicha por el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe), así que para el cerebro del Card. Ratzinger no existía duda alguna: si le han demostrado con "testimonios inequívocos" que la vida del P. Maciel (el árbol) fue una vida corrupta, no puede haber más que una conclusión directa e ineludible: la Legión y el Regnum Christi (sus frutos) estarán igual de corrompidos que el árbol que los engendró. No hay vuelta de hoja, con toda seguridad habrá que disolverla.

Pero… su convicción se derrumbó al recibir los informes de los visitadores apostólicos que nombró para la Legión, hombres de su absoluta confianza, quienes, de manera unánime atestiguaron "que han encontrado un gran número de religiosos ejemplares, honestos, llenos de talento, muchos de los cuales jóvenes, que buscan a Cristo con celo auténtico y que ofrecen toda su existencia a la difusión del Reino de Dios." Y, en lugar de aconsejar al Papa disolver la Legión, le aconsejaron justo lo contrario: preservar el núcleo del carisma (la Militia Christi) y preservar el entusiasmo apostólico que encontraron. Aquí las palabras del comunicado:


"La necesidad de redefinir el carisma de la congregación de los Legionarios de Cristo, preservando el núcleo verdadero, el de la ´Militia Christi´, que caracteriza la acción apostólica y misionera de la Iglesia y que no se identifica con la eficiencia a toda costa."


"La necesidad de preservar el entusiasmo de la fe de los jóvenes, el celo misionero, el dinamismo apostólico, por medio de una adecuada formación"


Me imagino la cara de interrogación que habrá puesto el Papa ante este informe, que para colmo, ha sido ratificado después por la experiencia positiva que ha tenido el Card. Velasio de Paolis, Delegado Pontificio para la Legión y el Regnum Christi: "agradecer al Señor por el don de la congregación de los Legionarios de Cristo a la Iglesia. La Iglesia ha obtenido, a través de este don, a anunciadores del Reino de Dios, o mejor, del Reino de Cristo" (homilía 4 de enero del 2001)


Nuestro muy querido y admirado Benedicto XVI, inteligente y sabio como pocas personas en el mundo, se encuentra ante dos piezas de un rompecabezas que no pueden unirse entre sí. ¿Un árbol corrupto que da frutos buenos? ¡Eso contradice a lo que su razón le dicta y contradice las enseñanzas de Cristo!


El Papa ha tenido la confianza de hacernos partícipes de esta confusión que siente en su interior, al responder a Seewald (en La Luz del mundo) que lo verdaderamente notable del caso Maciel es LA CONTRADICCIÖN.


"Este es el hecho notable, la contradicción: que, por así decirlo, un falso profeta haya podido tener un efecto positivo."


El Papa se encuentra ante un enigma que no ha podido resolver y nosotros estamos con él en esta terrible interrogación que cuestiona lo más íntimo de nuestra fe, pues sólo hay dos opciones: O Jesucristo fue un mentiroso o, si no, forzosamente hay algo que no se ha descubierto aún en los "testimonios inequívocos" que le mostraron al Papa.


¿Cómo terminará esta historia? Todos lo sabemos: en el día del Juicio Final la verdad saldrá a la luz y el cerebro del Papa podrá descansar. Mientras tanto no nos queda más que orar y seguir siendo fieles en el lugar en el que Dios nos ha puesto.


Hoy se cumplen tres años de la muerte del P. Maciel y los legionarios lo estarán recordando, en todos los rincones del mundo, con una misa penitencial.




 



sábado, 12 de febrero de 2011

Una luz en la noche


Hoy es jueves, Señor, y vengo con el alma en sombras, sombras que se llegan a convertir en oscuridad si nos falta la virtud de la esperanza.


Por: Ma Esther de Ariño

Fuente: Catholic.net

 

Hoy es jueves, Señor, y vengo con el alma en sombras, sombras que se llegan a convertir en oscuridad si nos falta la virtud de la Esperanza....


Cuando eso sucede hay noches en las que parece que el tiempo se ha detenido y jamás veremos el amanecer... en ellas oímos el palpitar de nuestro corazón y cada latido nos duele....


Noches de negrura espiritual en las que todo parece agrandarse, nuestra pena, nuestra angustia y nuestro malestar. Nos pesa la vida y en el silencio de esa noches nos parece que no hay pena como nuestra pena.


Pero...si hay un poco de esperanza en nuestro corazón, estamos salvados.


Sabemos de casos que esa gran "desesperanza" ha llegado a tal límite, a tal profundidad que no se ha encontrado otra solución que el buscar la "puerta falsa". Es el escape, el terminar con algo que pesa demasiado y el sentirse sumergido en las tinieblas de una noche "sin mañana"... sin esperanza. ¡Eso fue lo que les faltó a esas vidas: LA ESPERANZA.


La Esperanza es un mañana mejor, la Esperanza es la luz que puede romper las negras sombras cuando parece que todo está perdido.


Sin Esperanza no se puede vivir.


Cuando hay Esperanza a pesar de la desilusión y del dolor, siempre habrá otro camino que no sea el de la desesperación y el total aniquilamiento del verdadero yo.


Es cierto que hay situaciones en la vida que son como la más oscura de las noches, noches en que las horas parecen no pasar... pero cuando hay fe, cuando sabemos que tenemos un Dios que sabe de nuestro sufrimiento, cuando nos sabemos amados por El, a pesar de que nuestro sentimiento de soledad sea inmenso, si nos dejamos arropar y abandonar en sus brazos y en los de nuestra Madre María Santísima, la Esperanza, de saber que Dios nos ama, llegará con su luz que sabe consolar.


Quien se siente amado no puede caer en la desesperación y Dios nos ama.


La ESPERANZA, es una virtud que tenemos que cultivar como la flor más delicada y valiosa. Tres son las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad, cuyo objeto directo es Dios Sin ellas es muy difícil caminar por la vida y no podemos olvidar que la Esperanza siempre será la luz en nuestras noches cuando las penas y las dificultades las hagan muy oscuras.



 



Sí, ahí está Dios!


A Dios lo encontramos en todas las circunstancias de nuestra vida, sólo tenemos que mirarlo.


Por: Pedro García, misionero claretiano

Fuente: Catholic.net

 

 

Siempre que hablamos de Dios lo hacemos con un gran amor --no digamos ya con un gran respeto--, y siempre tratamos de crecer en la fe, en la confianza y en el amor de ese Dios que nos ama y que nos espera.


Cualquiera diría que esto es muy fácil, y, sin embargo, todos tenemos la experiencia --porque lo oímos mil veces-- de que muchos, cuando sufren algo que les parece injusto, tienen miedo a Dios y dudan de todo: dudan de que Dios exista, dudan de que les ame, y dudan de que Dios les reserve algún bien, y se preguntan:


- Si Dios existe, si Dios me ama, ¿por qué Dios no me escucha? ¿Por qué ha de mandarme este sufrimiento? ¿Por qué tiene que venirme este mal?


Esta queja la oímos muchas veces. Pero, ¿no es cierto que Dios nunca está más cerca de nosotros que cuando sufrimos, como el papá y la mamá sobre el niñito que se ha agravado?...


Se cuenta muchas veces lo que ocurrió en el más terrible campo de concentración y de exterminio de la Segunda Guerra Mundial. Estaban formados todos los prisioneros ante un espectáculo macabro, contemplando al compañero colgado en la horca. En medio del silencio aterrador, se levanta una voz estremecedora:

 

- ¿Y dónde está Dios?

 

Ante este grito de un descreído, se alza la voz de un creyente, mientras su dedo señala al que cuelga del patíbulo:

 

- ¡Dios está ahí!

 

Cierto. Allí estaba Dios, allí estaba Jesucristo, que extendía a aquel campo de la muerte su propia muerte en la cruz. Porque Dios estaba junto a la horca y las cámaras de gas para salvar a las víctimas inocentes, como estaba en el Calvario esperando que Jesús muriese y fuera sepultado, para resucitarlo después con gloria.


Dios no quiere nuestros males. Dios pedirá cuentas a los causantes del dolor ajeno. Dios nos librará definitivamente un día de todo lo que ahora nos atormenta.


Si tenemos estas convicciones, la prueba se convierte en resignación cristiana y en mérito ante Dios.


Ciertamente, que el dolor es un misterio. ¿Por qué Dios permite el mal? No lo sabremos nunca en este mundo. En este mundo estamos viendo el tapiz o el bordado al revés: todo son hilos que se entrecruzan en un desorden feo y sin ninguna dirección fija. Habrá que mirarlo por el otro lado para asombranos de la obra de arte que allí se esconde.


Únicamente en la vida futura entenderemos el dolor de este mundo, cuando veamos que esas pruebas han sido el camino --angustioso, pero seguro-- por el que Dios nos ha llevado a la salvación.


La gran respuesta a nuestra pregunta la tenemos en Jesucristo clavado en la cruz. Inocente como Jesús, ninguno. ¿Y por qué Jesús ha tenido que sufrir como nadie en este mundo?


Cuando parece que Dios se ha escondido en nuestra vida es precisamente cuando nos mira con más amor. Está detrás de las cortinas de la ventana mirando cómo caminamos por la calle del mundo; nosotros no lo vemos, pero a Él no se le escapa ninguno de nuestros movimientos.


No entendemos su Providencia, pero sabemos besar su mano amorosa cuando nos permite algún mal.


La palabra de Job es una de las más repetidas de toda la Biblia:


- Si recibimos los bienes de la mano de Dios, ¿por qué no vamos a recibir los males? Males que no nos vienen de la mano de Dios, pero que son permitidos por Dios para nuestro bien.


Le preguntaron un día a Teresita:


- ¿Has tenido que sufrir hoy también muchos dolores?


- Sí, pero porque los quiero. Yo quiero todo lo que me envía Dios.


En esta respuesta de la querida Santa está la clave que resuelve todo el problema. Para ella, nos se trataba solamente de resignación y de simple aceptación. Era más. Era querer lo que Dios quería, haciendo de las dos voluntades una sola. Esto es el colmo de la virtud cristiana. Esto es lo que hacen tantos hermanos nuestros, de quienes decimos que están en lo más alto de la santidad.


El mal, por otra parte, no puede triunfar. Dios le tiene puesto un límite del cual no pasará.
Dios no quiere que nuestra vida sea un fracaso. Si permite la tempestad es para dar después la bonanza. Si consiente que los ojos derramen lágrimas, es para convertirlas después en júbilo y alegría.


Dios siempre hace brotar una rosa en medio de las espinas. El dolor entonces, sostenido con valentía, se convierte en la elegancia de la vida.


Un sabio escritor nos lo dice bellamente:


- El dolor, para los que viven en el Espíritu, se convierte en el más recio hilo telefónico, por el cual transmitimos a Dios un himno de amor, como el más hermoso saludo que los hijos pueden dirigir a su Padre, inspirado por el Espíritu Santo.


Hay que repetirse constantemente ese eslogan tan conocido: ¡Dios me ama!
El día en que nos convencemos de ello, y sabemos vivir la realidad que entraña, ese día se ha encontrado la clave misteriosa de la felicidad verdadera... .



 



¿Se puede "superar" el pasado?


Con pena veo en mi pasado una nube inmensa de pecados y de faltas, de egoísmos y de miserias, de cobardías y de perezas.


Por: P. Fernando Pascual LC

Fuente: Catholic.net

 

Cada decisión, cada acto, queda escrito de modo indeleble en el camino de la propia vida y de la vida de quienes están cerca o lejos, en la marcha imparable de la historia humana.

A veces quisiéramos cancelar hechos o palabras pronunciadas en el pasado. Pero lo hecho, hecho está. Queda fijo, inmutable. Pesa sobre el presente y sobre el futuro de modos más o menos intensos, incluso dramáticos.


Frente al pasado, frente a los errores cometidos, ¿existe alguna terapia? ¿Es posible superar esos hechos terribles, esos pecados, que hieren el Corazón de Dios, que dañan a los hermanos, que nos carcomen internamente?


En un escrito autógrafo, titulado "Meditación ante la muerte", el Papa Pablo VI miraba hacia el pasado con pesar, al ver aquellas acciones "defectuosas, imperfectas, equivocadas, tontas, ridículas" que constituían parte de su existencia.


Si eso escribe un Papa, ¿qué podré decir yo? Con pena veo en mi pasado una nube inmensa de pecados y de faltas, de egoísmos y de miserias, de cobardías y de perezas.


Pero sabemos que el pasado, aunque insuprimible, puede ser "superado" desde la potente misericordia de un Dios que busca salvar a cada uno de sus hijos. Para ello, sólo necesito abrirme a la gracia, acudir al Médico para suplicar la salvación.


La experiencia del perdón, el don de la misericordia en el sacramento de la confesión, se convierte en motivo para renovar la esperanza, para levantarme del polvo, para ponerme bajo una mirada que no condena, sino que rescata.


"Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más" (Jn 8,11). Las palabras de Cristo a la mujer sorprendida en adultero también valen para mi vida.


Es entonces cuando puedo repetir aquellas otras palabras de Pablo VI en el texto antes citado: "Y luego, finalmente, un acto de buena voluntad: no mirar más hacia atrás, sino cumplir con gusto, sencillamente, humildemente, con fortaleza, como voluntad tuya, el deber que deriva de las circunstancias en que me encuentro. Hacer pronto. Hacer todo. Hacer bien. Hacer gozosamente: lo que ahora Tú quieres de mí, aun cuando supere inmensamente mis fuerzas y me exija la vida. Finalmente, en esta última hora".

 



Por ser diferente


Queda claro que la Iglesia no es atacada por ninguna de sus múltiples obras buenas


Autor: Pablo Yeudiel González Cuéllar

Fuente: Catholic.net

 

Un mundo donde todos piensan diferente corre el gran peligro de pensar igual. Un pluralismo relativista termina siendo una especie de dictadura del pensamiento unívoco y unilateral. Un pastel que quiera ser de todos los sabores posibles es, al final de cuentas, un pastel que no sabe a nada definido.


Para sorpresa de unos y para dolor de muchos, la Iglesia católica y el cristianismo actualmente están siendo blanco de persecuciones, de discriminaciones y de indiferencia. A tal grado, que se presentó al Consejo de Europa la propuesta de establecer una jornada europea a favor de los mártires cristianos. ¿El motivo de esta propuesta? Hacer ver la intolerancia de algunos contra el catolicismo y el cristianismo por presentar a las sociedades sabores definidos y diferentes, verdades universales y principios intocables.


Queda claro que la Iglesia no es atacada por ninguna de sus múltiples obras buenas. Ni por su reconocida caridad y cercanía con los más desfavorecidos. Tampoco por llevar educación a todos los estratos sociales. Ni mucho menos por la cantidad de hombres y mujeres que dan su vida día a día llevando un mensaje de amor y de felicidad auténtica.


En realidad, la Iglesia está siendo perseguida por ser "blasfema". En los lugares donde se banaliza y pisotea la dignidad humana, haciendo del hombre un mero instrumento en las manos de la economía y del hedonismo, la Iglesia defiende "la blasfemia" del valor de cada persona y la inviolabilidad de su integridad. Para los oídos de los que hacen riqueza utilizando al hombre como medio y no como fin, la postura de la Iglesia les suena como una "herejía" que atenta contra el progreso económico y científico.


Donde un laicismo mal entendido quiere desterrar del mundo a Dios para vivir en el horizonte de lo inmediato, la Iglesia predica la blasfemia de la trascendencia que da la fe.
Donde se propugna el relativismo moral basado, como dice el Papa Benedicto XVI (ver noticia), en un mero cálculo de consecuencias, la Iglesia enseña que la verdadera libertad y la realización humana están en la búsqueda de la verdad del hombre y del mundo, en la vivencia de unas virtudes y valores que no saben ni entienden nada de utilitarismos. ¡Esta es una blasfemia muy dura de entender para los paladines del libertinaje!


Allí donde el ser diferente es "pecado" contra la nación, la Iglesia es condenada a la muerte y persecución por creer en la blasfemia de la comunión fraterna.


Los ojos de mundo ya han contemplado este fenómeno en el pasado. A Jesucristo también lo crucificaron por ser blasfemo, por proclamarse Hijo de Dios. La historia de la Iglesia está tejida con la sangre de mártires (mártir, en griego significa testigo) que testimoniaron la fe con sus propias vidas.



Objeción de conciencia, educación sexual y libertad religiosa


Fragmentos del discurso anual que Benedicto XVI pronunció a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede.


Por: SS Benedicto XVI

Fuente: Vatican Information Service

 

 

"Dirigiendo nuestra mirada de Oriente a Occidente, nos encontramos frente a otros tipos de amenazas contra el pleno ejercicio de la libertad religiosa. Pienso, en primer lugar, en los países que conceden una gran importancia al pluralismo y la tolerancia, pero donde la religión sufre una marginación creciente. Se tiende a considerar la religión, toda religión, como un factor sin importancia, extraño a la sociedad moderna o incluso desestabilizador, y se busca por diversos medios impedir su influencia en la vida social. Se llega así a exigir que los cristianos ejerzan su profesión sin referencia a sus convicciones religiosas o morales, e incluso en contradicción con ellas, como, por ejemplo, allí donde están en vigor leyes que limitan el derecho a la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios o de algunos profesionales del derecho".


  "En este contexto, es un motivo de alegría que el Consejo de Europa, en el mes de octubre pasado, haya adoptado una Resolución que protege el derecho del personal médico a la objeción de conciencia frente a ciertos actos que, como el aborto, lesionan gravemente el derecho a la vida"....


"Continuando mi reflexión, no puedo dejar de mencionar otra amenaza a la libertad religiosa de las familias en algunos países europeos, allí donde se ha impuesto la participación a cursos de educación sexual o cívica que transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la justa razón".


"En esta solemne circunstancia, permitirme explicitar algunos principios que inspiran la actividad de la Santa Sede, y de toda la Iglesia católica, ante las Organizaciones Internacionales intergubernamentales, a fin de promover el pleno respeto de la libertad religiosa de todos. En primer lugar, está la convicción de que no se puede crear una especie de escala en la gravedad de la intolerancia contra las religiones. Desgraciadamente, una actitud semejante es frecuente, y los actos discriminatorios contra los cristianos son considerados precisamente como menos graves, menos dignos de atención por parte de los Gobiernos y de la opinión pública. Al mismo tiempo, se debe rechazar también el peligroso contraste que algunos quieren establecer entre el derecho a la libertad religiosa y los demás derechos del hombre, olvidando o negando así el papel central que el respeto de la libertad religiosa tiene en la defensa y protección de la alta dignidad del hombre. Todavía menos justificables son los intentos de oponer al derecho a la libertad religiosa unos derechos pretendidamente nuevos, promovidos activamente por ciertos sectores de la sociedad e incluidos en las legislaciones nacionales o en directivas internacionales, pero que no son, en realidad, más que la expresión de deseos egoístas que no encuentran fundamento en la auténtica naturaleza humana. Por último, es necesario afirmar que no es suficiente una proclamación abstracta de la libertad religiosa: esta norma fundamental de la vida social debe ser aplicada y respetada en todos los niveles y ámbitos"....


 "Quisiera reafirmar con fuerza que la religión no constituye un problema para la sociedad, no es un factor de perturbación o de conflicto. Quisiera repetir que la Iglesia no busca privilegios, ni quiere intervenir en cuestiones extrañas a su misión, sino simplemente cumplirla con libertad. Invito a cada uno a reconocer la gran lección de la historia: "¿Cómo negar la aportación de las grandes religiones del mundo al desarrollo de la civilización? La búsqueda sincera de Dios ha llevado a un mayor respeto de la dignidad del hombre. Las comunidades cristianas, con su patrimonio de valores y principios, han contribuido mucho a que las personas y los pueblos hayan tomado conciencia de su propia identidad y dignidad, así como a la conquista de instituciones democráticas y a la afirmación de los derechos del hombre con sus respectivas obligaciones. También hoy, en una sociedad cada vez más globalizada, los cristianos están llamados a dar su aportación preciosa al fatigoso y apasionante compromiso por la justicia, al desarrollo humano integral y a la recta ordenación de las realidades humanas, no sólo con un compromiso civil, económico y político responsable, sino también con el testimonio de su propia fe y caridad".

 
  "En este sentido, la figura de la Beata Madre Teresa de Calcuta es emblemática: el centenario de su nacimiento se ha celebrado en Tirana, en Skopje, en Pristina, así como en India; le han rendido un vibrante homenaje, no sólo la Iglesia, sino también las autoridades civiles y los jefes religiosos, sin contar personas de todas las confesiones. Ejemplos como el suyo muestran al mundo cuánto puede beneficiar a la sociedad el compromiso que nace de la fe".

 
  "Que ninguna sociedad humana se prive voluntariamente de la contribución fundamental que constituyen las personas y las comunidades religiosas. (...) Por eso, mientras formulo votos para que este nuevo año sea rico en concordia y en un progreso real, exhorto a todos, responsables políticos, jefes religiosos y personas de toda clase, a emprender con determinación el camino hacia una paz auténtica y estable, que pase por el respeto del derecho a la libertad religiosa en toda su amplitud".

 



El amor humano


Reducir el amor sólo a lo sensible y placentero es una contradicción, porque buscar sólo sentir es egoísmo, lo contrario del amor.


Po: Diego Calderón, L.C.

Fuente: Virtudes y Valores

 

 

El hombre está hecho para amar y ser amado. Esta afirmación manifiesta una de las verdades más profundas y fundamentales de la existencia humana: «la energía principal que mueve al alma humana es el amor. La naturaleza humana, en su esencia más profunda, consiste en amar. En definitiva, a cada ser humano se le encomienda una sola tarea: aprender a querer, a amar de modo sincero, auténtico y gratuito» (cf. Benedicto XVI, Audiencia general sobre Guillermo de San Thierry, 2 de diciembre de 2009).


Algunas personas han intentado definir el amor limitándolo a un sentimiento, muchas veces vago e indeterminado, relacionado con el afecto y productor de una serie de emociones, experiencias y actitudes. Otras personas han desvirtuado completamente el concepto de amor identificándolo con el placer sensible, sobre todo el carnal. Finalmente, están los que afirman que el amor consiste en la donación de uno mismo a otra persona.


El amor auténtico no puede depender exclusivamente de emociones, ni limitarse a un puro sentimiento variable. Los sentimientos cambian constantemente y están sujetos a realidades contingentes como son el tiempo, los lugares, los gustos, los distintos estados físicos y las emociones, entre otros. Por el contrario, el verdadero amor rechaza las barreras del tiempo, de lugar o de circunstancias ya que está animado por la constancia y la eternidad: "te amaré para siempre". De esta forma, el amor sincero va más allá de un simple sentimiento porque afronta y supera las dificultades y los momentos espinosos haciendo de estas contrariedades oportunidades de oro para demostrar el cariño hacia la persona amada.


Pretender reducir el amor sólo a lo sensible y placentero es una contradicción, porque buscar sólo sentir es egoísmo, lo contrario del amor. La mayor expresión del amor no es la búsqueda del placer sino el llegar a una verdadera decisión de entrega y compromiso fiel, total y responsable. En definitiva, cuando se concibe el amor humano desde una óptica puramente carnal y sensual se llega al envilecimiento del amor y de la misma dignidad de la persona humana.


El amor verdadero se define como donación, identificación, entrega y diálogo con la persona amada. Desde esta perspectiva, el amor es un continuo salir de sí mismo para buscar el bien del otro.


El amor auténtico se puede identificar por las innumerables cualidades que lo rodean. Entre esas características sobresale la del sacrificio. La beata Madre Teresa de Calcuta solía decir: "ama hasta que duela y cuando te duela entenderás lo que es el amor". De este modo podemos entender que el amor se prueba como el oro en el crisol de las contrariedades. En esa dimensión del sacrificio y de la donación hacia la persona amada se encuentra la auténtica disponibilidad y decisión a pronunciar el sí de la fidelidad y del compromiso para siempre.


San Pablo nos ayuda en la descripción del amor verdadero y auténtico cuando dice: «El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1Corintios 13,4-7).


En conclusión, el amor humano encuentra su fuente y valor en Dios. El ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, y Dios mismo es amor. Por eso, la vocación al amor es lo que hace que el hombre sea la auténtica imagen de Dios: es semejante a Dios en la medida en que ama de forma auténtica y verdadera (Benedicto XVI, discurso en la ceremonia de apertura de la asamblea eclesial de la diócesis de Roma, 6 de junio de 2005). En el ejercicio de su vocación al amor, el hombre encuentra la plenitud del amor en Dios y es Dios mismo la base de su amor hacia las demás personas.